Para la sociedad surcoreana parece todo tan normal: ir al trabajo, usar cubrebocas, subir al metro con gente a su alrededorm todos con los rostros cubiertos de blanco, salir a comer en restaurantes, estudiar en una librería concurrida, ir al supermercado, caminar por la calle, y, por qué no, hasta hacer una marcha multitudinaria. Aquí todo es posible: la única condición es usar cubrebocas.
La cultura de taparse el rostro va más allá de una moda, es un estilo de vida que los coreanos ya tenían, solo lo adaptaron a su vida diaria.
Usando la tecnología a su favor
En los primeros meses del año, Corea del Sur se convirtió en el segundo y tercer país con más casos a nivel mundial. Incluso, llegó a superar a Italia, el país europeo cuyo sistema sanitario colapsó en marzo.
Sin embargo, el país asiático no tardó el tomar acciones y en menos de tres semanas disminuyó el número de contagios gracias a la implementación de de testeos rápidos, acompañados de geolocalización y un seguimiento de los pacientes gracias a la tecnología. Y sobre todo, debido al acatamiento de las medias por parte de la población.
La tecnología sin duda es un punto crucial del cual quedo cada vez más sorprendida y, a la vez, asustada. Cuando entré al país, a principios de agosto, pude verificar que la recolección de datos personales —como cada vez el uso de tarjetas de débito y crédito, las cámaras de seguridad y la geolocalización de teléfonos celulares— es algo normal.