El hombre que sumó el "bloque del cambio"
Ya reconocido por el público y embarcado definitivamente en una carrera política, Bennett sirvió como ministro de Defensa, Servicios Religiosos, Economía, Educación y Asuntos de la Diáspora de Netanyahu durante distintos gabinetes entre el 2013 y el 2020.
Cuando se desarrolló el proceso político que llevó a cuatro elecciones en dos años en Israel, Bennett ya estaba concentrado en Yamina, la alianza de partidos de derecha con la que intentó, sin suerte, superar a la coalición detrás de los sucesivos gobiernos de Netanyahu.
Hasta que, como afirmó el diario estadounidense Los Angeles Times, "ganó la lotería de la política" al ser consagrado primer ministro después de haber logrado solamente siete bancas en los comicios legislativos de marzo de este año.
Es que la figura de Bennett terminó siendo la única que pudo sumar a los partidos de derecha al "bloque del cambio" liderado por Yair Lapid, el líder de Yesh Atid (Hay Futuro), de centroizquierda y con 17 escaños en las recientes elecciones para la Knesset (el parlamento de Israel).
Aunque con esos diecisiete escaños quedó segundo detrás del Likud, Lapid necesitó aliarse con Bennett para poder armar la coalición que integran Yamina, Israel Beiteinu (Israel, Nuestro Hogar) y Tikvá Hadasha (Nueva Esperanza) desde la derecha.
Lapid, quien había recibido en mayo el encargo para formar gobierno, sumaba solamente el apoyo del Partido Laborista y Meretz, desde la izquierda, insuficiente para formar gobierno.
Un enigma político
"Una combinación de casualidad, perseverancia y más de un toque de oportunismo político crudo puso a Bennett en posición de hacer a un lado a su antiguo amigo y mentor, el primer ministro Netanyahu", resumió la periodista Laura King en el diario Los Angeles Times.
La reportera, al igual que gran parte de los analistas internacionales, calificó a Bennett como "un enigma" político para seguir de cerca ahora que asumió el poder en Israel.
Por lo pronto, se sabe que el nuevo primer ministro se opone a la creación de un estado palestino, apoya la extensión de los asentamientos judíos en Cisjordania (Judea y Samaria) y la modernización de la religión en el país, aunque dentro de un marco ortodoxo.
El resto quedará por verse en un nuevo gobierno que ya está en marcha y que acaba de tomar las riendas del futuro de Israel.