¿Qué falta para que sea acusado formalmente?
La comisión del Senado carece de potestades para denunciar directamente al presidente brasileño o a los demás acusados en su informe.
Para que Bolsonaro sea acusado formalmente ante la justicia se requeriría el aval del fiscal general brasileño, Augusto Aras, considerado un aliado del mandatario que ya ha archivado otros pedidos de investigación en su contra.
Por otro lado, la apertura de un juicio político o impeachment a Bolsonaro como los realizados contra sus antecesores Dilma Rousseff y Fernando Collor de Mello debería pasar por el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, otro aliado del mandatario.
Tampoco es seguro que Bolsonaro vaya a ser juzgado por la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, aunque el Estatuto de Roma esté incorporado al derecho brasileño.
Para que ello ocurra, la CPI debería decidir que la denuncia del Senado es de su competencia antes de iniciar un largo proceso de investigación.
Consecuencias de que Bolsonaro sea acusado de crimen de lesa humanidad
"Creo que el impacto mayor será político antes que judicial: una mayor fragilidad del gobierno ante los ojos de la sociedad y la pérdida de competitividad electoral del gobierno", evalúa Carlos Pereira, politólogo y profesor titular de la Fundación Getulio Vargas, una universidad brasileña de elite.
Agrega que, en lugar de impulsar la caída de Bolsonaro, el opositor Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Luz Inácio Lula da Silva parece más interesado en antagonizar con un mandatario debilitado.
Las encuestas sugieren que en una eventual segunda vuelta electoral, Lula derrotaría por varios puntos a Bolsonaro, cuyo índice de aprobación bajó a 22%, según sondeos de la firma Datafolha.
Frente a distintos problemas económicos como una creciente inflación y un desempleo elevado (14%), Bolsonaro busca revivir programas de ayuda financiera a los sectores más necesitados.
Fue con esos mismos programas que el mandatario mejoró su popularidad el año pasado.
Pero algunos economistas anticipan que ahora ese gasto podría incrementar el desajuste de las cuentas públicas y acarrear nuevas dificultades para el gobierno.
Cuando Bolsonaro comenzó a relativizar la amenaza del COVID-19, llamándola de "gripezinha" y criticando el cierre de actividades, algunos sospecharon que su apuesta era tomar distancia del costo político de la pandemia.
Si ese fue el caso, el informe de la comisión del Senado sugiere que aquel tiro podría salirle por la culata al presidente brasileño y pesarle en las urnas tanto como a su "amigo" Trump.