En lo que va del año, la deforestación, atribuida sobre todo a actividades ilegales de minería y ganadería, avanzó en unos 7.880 km2, casi tanto como en igual periodo de 2020, cuando el área perdida estuvo cerca de 7,890 km2.
Por otro lado, el INPE informó a principios de mes de que el número de incendios de octubre se situó en 11,549, por debajo de los 17.326 registrados en el mismo periodo de 2020.
Entre las nuevas metas, el gigante sudamericano adelantó dos años, de 2030 a 2028, el límite para eliminar la deforestación ilegal en su territorio, que alberga un 60% de la selva considerada el pulmón del mundo.
Además, Bolsonaro firmó junto a un centenar de líderes un compromiso para detener la deforestación y la degradación de la tierra para 2030.
"Firmar o respaldar los diferentes planes y acuerdos no cambia la realidad del suelo forestal; la deforestación y los incendios siguen fuera de control, y la violencia contra los pueblos indígenas y la población tradicional solo aumenta", dijo Romulo Batista, portavoz de la campaña Amazonía de Greenpeace, citado en un comunicado.
Ambientalistas y opositores responsabilizan por el aumento de la deforestación a Bolsonaro, favorable a la expansión de las actividades agropecuarias y mineras, y acusado de desfinanciar organismos de preservación medioambiental.
Desde que el dirigente ultraderechista asumió el poder en 2019, la Amazonía perdió unos 10,000 km² de bosque al año (casi la superficie de Jamaica), frente a unos 6,500 km² por año en la década anterior.
Según un informe publicado por el colectivo de oenegés Observatorio del Clima, las emisiones de CO2 de Brasil aumentaron 9.5% interanual en 2020, contra una reducción promedio del 7% en el mundo debido a la pandemia.