Tokayev aseguró que las fuerzas kazajas "nunca han utilizado ni utilizarán la fuerza militar contra manifestantes pacíficos".
Una vuelta a la normalidad
La vida volvía poco a poco a la normalidad en Almaty, la mayor ciudad y capital económica del país centroasiático, donde los disturbios fueron los más graves.
Las autoridades restablecieron parcialmente la conexión a Internet, pero las fachadas quemadas de los edificios públicos y los vehículos calcinados seguían dando testimonio de la violencia de los enfrentamientos.
Todavía se desconoce el número de víctimas de los disturbios, los peores en la antigua república soviética desde su independencia en 1991.
Tokayev dijo que el número de víctimas civiles estaba "siendo verificado" y habló de 16 muertos y más de 1.600 heridos entre las fuerzas de seguridad. Sin embargo el número total de muertos se cuenta por decenas, según las autoridades locales.
"El perjuicio económico para el Estado podría ser de dos a tres mil millones de dólares", señaló el presidente.
El martes, el presidente kazajo deberá presentar ante el Parlamento la composición del nuevo gobierno, pues el anterior fue destituido la semana pasada, en un intento de calmar las protestas.
El lunes se observó un día de luto en Kazajistán.
Las detenciones masivas continuaron con casi 8,000 personas arrestadas en todo el país, según cifras del Ministerio del Interior.
Además del aumento de los precios, la ira de los manifestantes también se dirigió a la corrupción endémica del país y al expresidente Nursultán Nazarbáyev, de 81 años, que gobernó el país sin oposición desde 1989 hasta 2019, antes de entregar las riendas del poder a un leal, Kassym Jomart Tokayev.
Con información de AFP y EFE