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¿Qué sabemos sobre la nueva ola de ataques extremistas en Israel?

Una serie de atentados suicidas ha devuelto al país de Medio Oriente a la al traumático ambiente de fines de los años 90, cuando estos hechos eran comunes.
dom 03 abril 2022 10:53 PM
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Frente a los ataques, el primer ministro de Israel anunció un refuerzo de la vigilancia y de la operaciones de inteligencia, tanto por parte de la policía como de los servicios secretos internos y las FDI.

Una nueva oleada de ataques de extremistas islámicos suicidas en el territorio israelí, que dejó hasta ahora once muertos —-además de los agresores—, está devolviendo al país al traumático ambiente de fines de los años 90, cuando eran comunes los atentados contra autobuses y restaurantes, y llevó al primer ministro, Naftali Bennett, a sugerir a sus compatriotas que, "quien tenga licencia para portar un arma, este es el momento de llevarla encima”.

Tampoco es que hiciera falta el llamado de Bennett, ya que es habitual que los ciudadanos comunes circulen por las calles, hagan sus compras y vayan al cine cargando sus pistolas, que aprendieron a usar, varones y mujeres, durante sus años de servicio militar en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

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Todos los centros comerciales cuentan con guardias en cada una de sus entradas, adonde se revisan carteras y mochilas y resuena todo el tiempo la misma pregunta, hecha sin ningún tipo de emoción o preocupación: "¿trae su arma?”.

Una oleada de atentados

La ola de atentados comenzó el 22 de marzo en Beer Sheva, la principal ciudad de la región desértica del Negev, en el sur de Israel. Allí, precisamente en un gran centro comercial abierto y, antes, en una estación de gasolina, un israelí beduino, Mohammed Abu al-Kiyan, mató a cuatro personas a cuchilladas antes de ser abatido por las balas de un chofer de autobús que se encontraba en el lugar.

Pocos días después, el 27 de marzo, dos militantes islámicos, los hermanos Ibrahim y Ayman Ighbariah, llegaron con armas automáticas hasta un cruce de buses en Hadera, cerca de Haifa, en el norte de Israel, y abrieron fuego contra las personas que esperaban su micro o hacían tiempo en los cafés cercanos.

En el atentado murieron dos miembros de la policía de fronteras, ambos de 19 años, la inmigrante francesa Shirel Abukarat y Yazan Falah, un druso israelí.

Pero el peor atentado llegó el 29 de marzo, cuando un palestino de Ya'bad, una localidad en el norte de Cisjordani a, logró infiltrarse en el país hasta arribar a Bnei Brak, una ciudad en la periferia de Tel Aviv habitada mayormente por ultra-religiosos judíos.

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El hombre, de 26 años e identificado provisoriamente como Diaa Hamarsheh, aprovechó la oscuridad de la noche (eran las 20, hora israelí) y disparó primero contra balcones de los edificios cercanos, luego contra un almacén de alimentos y luego contra automóviles, matando a cinco personas, entre ellos dos ucranianos residentes en el país.

Al igual que los hermanos Ighbariah, Hamarsheh murió al enfrentarse con agentes de seguridad israelíes que fueron a su encuentro para enfrentarlo.

La reacción del gobierno de Israel

Frente a los ataques, Bennett anunció el miércoles de esta semana un refuerzo de la vigilancia y de la operaciones de inteligencia, tanto por parte de la policía como de los servicios secretos internos y las FDI.

"Estamos viviendo una ola de terrorismo asesino y, al igual que en todas las oleadas anteriores, venceremos, juntos", aseguró el primer ministro en un mensaje grabado.

Bennett informó que, "a partir de ahora", los soldados, tanto reclutas como los de carrera y de reserva, a partir del nivel "rifle 3" en adelante, llevarán sus armas encima cuando dejen sus cuarteles.

(En tiempos más tranquilos, los soldados suelen dejar sus armas más sofisticadas en sus bases y portan solamente las pistolas reglamentarias al salir de ellas).

Además, continuó el primer ministro, "estamos evaluando un marco más amplio para involucrar a voluntarios civiles que quieran ayudar" en tareas de seguridad.

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“¿Qué se espera de ustedes, ciudadanos de Israel? Vigilancia y responsabilidad, que abran sus ojos". "Quien tenga licencia para portar un arma, este es el momento de llevarla encima", propuso Bennett.

El llamado a los civiles para armarse fue difundido a través de las cuentas oficiales en redes sociales. Sugestivamente, también apareció en la cuenta de Twitter en idioma árabe del gobierno de Jerusalén.

Un recuerdo amargo

La tensión en el país es real, y recuerda la fragilidad de la situación social y militar en Israel. En una columna del diario Haaretz, la reportera Ravit Hecht apuntó que "aquellos que ya eran lo suficientemente mayores a fines de la década del '90 y principios de la década del 2000 para ser conscientes de lo que sucedía a su alrededor todavía tienen el trauma almacenado en sus mentes, así como en sus cuerpos”.

¿Podrá esta nueva oleada de ataques resucitar aquel clima? Hecht recordó que, en esos años, las madres "no enviaban a dos de sus hijos juntos al centro comercial y se abstenían de tener comidas familiares en restaurantes".

"Y los autobuses que llevaban a los niños a la escuela estaban vacíos porque cualquiera que tenía otra opción lo usaba", agregó.

Hasta ahora, si bien sacudieron crudamente al país y cubrieron su cuota de sangre, los atentados no alcanzaron los dramáticos niveles de, por ejemplo, 1994, cuando ocho personas murieron al explotar un autobús en Afula el 6 de abril, cinco de la misma manera el 13 de abril en Hadera, y otros 22 perecieron, también al estallar un micro, en la avenida más famosa de Tel Aviv, Dizengoff.

Lo que sí preocupa en gran manera es que los atacantes de Beer Sheva y de Hadera de este mes eran seguidores del grupo fundamentalista Estado Islámico, que venía evitando llevar a cabo operaciones mayores en territorio israelí.

El atentado de Hadera ocurrió al mismo tiempo que comenzaba en el sur del país la Cumbre del Negev, que reunió al canciller local con sus pares de Estados Unidos y Egipto y de tres de los nuevos socios árabes de Israel: los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos.

Será por eso importante observar qué tan dura será la reacción israelí ante esta oleada de atentados: otra intifada —a tiempo para el Ramadán, que comenzó el 1 de abril— y una marea de violencia pueden poner en riesgo los crecientes lazos económicos y militares con los nuevos amigos en la región.

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