Courtney Haggerty, una bibliotecaria de 41 años de Lawrenceville, Nueva Jersey, viajó a Washington con su hija de 10, Cate, y su hijo de 7, Graeme.
Haggerty dijo que la matanza de diciembre de 2012 en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown (Connecticut), en la que un hombre armado mató a 26 personas, la mayoría niños de seis y siete años, se produjo un día después del primer cumpleaños de su hija.
"Me dejó mal", afirmó. "No puedo creer que vaya a cumplir 11 años y todavía estemos haciendo esto".
Kay Klein, una formadora de profesores de 65 años de Fairfax, Virginia, que se jubiló a principios de mes, dijo que los estadounidenses no deberían votar a los políticos que se niegan a tomar medidas en las elecciones de mitad de término de noviembre, cuando estará en juego el control del Congreso.
"Si realmente nos preocupan los niños y las familias, tenemos que votar", dijo.
Un joven armado en Uvalde (Texas) mató a 19 niños y a dos profesores el 24 de mayo, 10 días después de que otro hombre asesinara a 10 personas negras en una tienda de comestibles de Búfalo (Nueva York) en un ataque racista.
Los tiroteos han añadido una nueva urgencia al debate en curso en el país sobre la violencia con armas de fuego, aunque las perspectivas de una legislación federal siguen siendo inciertas dada la firme oposición de los republicanos a cualquier límite sobre las armas de fuego.