Pero, esta vez, Hezbolá no ha dicho cuál es su candidato favorito y, hasta ahora, sus diputados han votado en blanco en el Parlamento. Según algunos analistas, el candidato predilecto del movimiento sería el exministro y diputado Sleimane Frangié, un aliado de Hezbolá y del régimen sirio
Consultada por la AFP, una fuente próxima al partido chiita dijo no obstante que la candidatura de este último "se topa con la oposición de Arabia Saudita" y de Gebran Bassil, yerno del presidente Aoun y jefe de la Corriente Patriótica Libre (CPL), que también aspira a la presidencia.
Bloqueo “sistemático"
De momento, el candidato que más votos ha recabado es Michel Moawad, que obtuvo 39 sufragios el lunes, aunque todavía le faltan para alcanzar los 65 necesarios para ser elegido por mayoría simple.
Moawad, afín a Washington, no cuenta con el apoyo de Hezbolá.
Según Elias Hankache, del partido cristiano de los Kataeb —partidarios de Moawad—, con su actitud, Hezbolá y sus aliados están "obstruyendo sistemáticamente" el proceso de elección.
Para él, es "inaceptable" que el partido pro-Irán y sus aliados estén "apostando por un vacío de poder" para poder imponer más tarde a su candidato, como en 2016.
Esta vez, la perspectiva de un vacío político se produce en medio de un hundimiento económico acelerado, con un gobierno en funciones que no cuenta con las competencias necesarias para imponer las reformas requeridas para el desbloqueo de la ayuda internacional.
Desde 2019, Líbano está sumido en una grave crisis financiera. Su moneda ha perdido más del 95% de su valor y más del 80% de los habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza, según la ONU.
Según el director del Instituto Levante para Asuntos Estratégicos, Sami Nader, si no se logra un acuerdo para nombrar un candidato, "se podrían necesitar presiones o una injerencia extranjera", como ya ha ocurrido en el país anteriormente.