Un nuevo convoy de Naciones Unidas llegó este domingo al noroeste de Siria, pero el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, insistió en que se necesita más apoyo para las millones de personas que perdieron sus casas en el sismo del lunes.
"Hasta ahora le hemos fallado a la gente del noroeste de Siria. Tienen derecho a sentirse abandonados, esperando una ayuda internacional que no ha llegado", dijo Griffiths.
"Mi deber y mi obligación es corregir este fracaso lo más rápido que podamos", afirmó.
La ayuda ha llegado a cuentagotas en Siria, y cuyo sistema de salud e infraestructuras han sido lastrados por más de una década de guerra.
El convoy de este domingo, integrado por una decena de camiones transportando herramientas para rescate, mantas y colchones, cruzó por el paso fronterizo de Bab al Hawa desde Turquía, según un corresponsal de AFP.
Bab al Hawa es el único punto de acceso para que la ayuda internacional llegue a las zonas rebeldes de Siria, enfrentadas al gobierno de Bashar al Asad, sancionado por Occidente.
"Apoyar al pueblo sirio"
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se reunió con Asad en Damasco y aseguró que el líder sirio se mostró dispuesto a abrir nuevos pasos fronterizos para ayudar a las zonas rebeldes del noroeste, enfrentadas al gobierno.
El presidente "me indicó estar abierto a la idea de permitir puntos de acceso transfronterizos para esta emergencia", dijo a los periodistas en Damasco.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, pidió por su parte dejar a un lado la política.
"Estamos movilizando fondos e intentando decir a todo el mundo que deje a un lado la política", declaró en Damasco.
"Es el momento de unirse detrás de un esfuerzo común para apoyar al pueblo sirio", añadió.
En medio de un escenario devastador y un frío glacial, decenas de miles de socorristas locales y extranjeros trabajan entre las ruinas en busca de señales de vida.