El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo el miércoles que una nueva ley profundamente impopular que eleva la edad de jubilación es necesaria y entrará en vigor a finales de año. El mandatario también calificó de "sediciosos" a los manifestantes que endurecieron las protestas en Francia desde que esa impopular medida se adoptó por decreto.
"Esta reforma es necesaria. No me hace feliz. Hubiera preferido no hacerla", aseguró el mandatario liberal en una entrevista de 35 minutos en las principales cadenas de televisión, la privada TF1 y la pública France 2, asumiendo la "impopularidad" de la medida.
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Retrasar la edad de jubilación a 64 años y cotizar 43 años para cobrar una pensión completa son algunas de las medidas que componen el impopular plan de Macron para lograr el “equilibrio” del sistema de pensiones.
Francia vive un contexto social muy tenso con una ola de protestas espontáneas, marcadas por la violencia, desde el jueves y su entrevista no parece que vaya a calmar los ánimos.
Sus declaraciones son "un desprecio para las millones de personas que manifiestan", dijo Philippe Martinez, líder del sindicato CGT. Macron "ha echado más brasas a un asador bien prendido", estimó por su parte el jefe del Partido Socialista, Olivier Faure.
No obstante, desde la decisión del gobierno de saltarse la votación en el Parlamento la semana pasada, las protestas se volvieron más violentas, con incendios de contenedores de basura y barricadas cada noche en medio de refriegas con la policía.
El miércoles, los manifestantes también bloquearon estaciones de tren en las ciudades meridionales de Niza y Toulouse.
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A las manifestaciones masivas desde enero, se sumó a partir del 7 de marzo una huelga prorrogable en sectores clave como la energía y transportes y un abanico de acciones: basura acumulada en las calles de París, bloqueo de carreteras, puertos, universidades, etc.
Macron compara las protestas con el asalto al Capitolio
Desde el jueves de la semana pasada, París y otras ciudades registran cada noche protestas no declaradas, en las que manifestantes, en su mayoría jóvenes, queman contenedores y otros elementos en su pulso con la policía.
Estas protestas, junto con las huelgas que afectan a los depósitos de petróleo, el transporte público y la recogida de basura, representan el desafío más serio a la autoridad del presidente centrista desde la revuelta de los "chalecos amarillos" de hace cuatro años.
Macron dijo que lo que llamó "violencia extrema" no es aceptable, aunque respetó el derecho a las protestas pacíficas. "Nos aseguraremos de que se pueda reanudar una vida lo más normal posible frente a los pocos que bloquean las cosas", señaló.
"No toleraremos ningún desbordamiento", advirtió Macron que calificó de "sediciosos" a estos manifestantes y los comparó con quienes asaltaron el Capitolio en Estados Unidos en 2021 y las instituciones en Brasil en enero.
Un día antes, en una reunión con legisladores oficialistas, ya advirtió que la "muchedumbre" y los "disturbios" no tenían "legitimidad" sobre los representantes del pueblo, unas declaraciones criticadas incluso por sus aliados.
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Las fuerzas de seguridad francesas se encuentran en la mira por los cientos de detenciones practicadas desde el jueves, que en la gran mayoría de los casos se saldan con una liberación sin cargos.
Amnistía Internacional alertó este miércoles del "uso excesivo de la fuerza de forma generalizada" y de "las detenciones arbitrarias", preocupaciones ya expresadas por la oposición de izquierdas, abogados, magistrados e incluso la defensora del pueblo.
El ministro de Justicia, Eric Dupond-Moretti, pidió en cambio firmeza a los fiscales y una "respuesta penal sistemática y rápida" contra los manifestantes detenidos.
El futuro de Macron, en juego
Más allá de la reforma, Macron se juega poder aplicar el programa de su segundo mandato que corre hasta 2027, por lo que su entrevista fue muy seguida para conocer sus intenciones y ver si admite algún error, como esperan los observadores.
El jefe de Estado reconoció que su único error fue "no conseguir convencer" sobre la reforma, que espera aplicar "para finales de año" y que busca evitar un futuro "déficit" en la caja de las pensiones. Ahora la examina el Consejo Constitucional.
Los observadores consideraron que su adopción por decreto dificultará sus próximas reformas, en un contexto de falta de mayoría absoluta.
Macron descartó por ahora disolver la Asamblea, someter a referendo la reforma o remodelar el gobierno, como pedía la oposición, y encargó a su primera ministra "construir un programa de gobierno" y "ampliar la mayoría".
Símbolo de esta nueva situación, el gobierno paralizó una reforma migratoria que debía empezar a debatir el Senado la próxima semana y que dividirá ahora en varias partes para facilitar su adopción, ante el rechazo de la derecha a la regularización de trabajadores sin papeles.
Macron fue reelegido hace casi un año, gracias al cordón sanitario contra su rival ultraderechista Marine Le Pen, con un programa reformista y liberal con el que espera ahora pasar página del conflicto de las pensiones.
Sin embargo, algunos analistas consideran que la tensión actual en Francia beneficia políticamente a Le Pen de cara a 2027. Para la ultraderechista, la entrevista mostró a un Macron "cada vez más solo" y "reforzó el desprecio" de los franceses.