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A la mesa con Daniel Ortega: los leales que se sientan junto a él

Militantes con larga trayectoria y obediencia absoluta al régimen, fueron acusados recientemente por la ONU de cometer crímenes de lesa humanidad en Nicaragua junto a Ortega.
jue 30 marzo 2023 12:31 PM
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El líder sandinista siempre está rodeado por los representantes de las instituciones armadas que le han ayudado a permanecer en el poder y a reprimir cualquier tipo de disidencia.

Daniel Ortega es un mandatario que poco aparece en público. Ha sido protagonista de ausencias prolongadas de hasta cuatro meses, tal como sucedió en plena pandemia de Covid-19 en 2020. Sin embargo, cuando decide comparecer, el líder sandinista siempre está rodeado por los representantes de las instituciones armadas que le han ayudado a permanecer en el poder y a reprimir cualquier tipo de disidencia. Asimismo, se hace acompañar por los líderes del Poder Legislativo y del Judicial, ambos manejados a su antojo. Sin olvidar que también el Canciller tiene su lugar reservado en ese círculo íntimo.

Este reportaje de 100% Noticias , Nicaragua Actual y CONNECTAS presenta un perfil de las personas que se sientan a la mesa con Daniel Ortega, a quien los unen vínculos de lealtad comprobada, años de trayectoria sandinista y sobre todo, obediencia para incluso transgredir la propia Constitución Política Nacional, con tal de complacer los antojos del mandatario y de su esposa.

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Las sillas más importantes de la mesa

Según las reglas protocolarias, el lugar que se le asigne a una persona en una mesa de presídium es el que le concede jerarquía e importancia. En el caso de la mesa de Ortega, él siempre es el anfitrión y siguiendo el protocolo, a su derecha debe sentarse el invitado de más categoría, que en este caso siempre es Rosario Murillo.

Al lado de Murillo —a su derecha— es invariable Francisco Díaz, el jefe de la Policía Nacional, mientras que el flanco izquierdo de Ortega está cubierto por Julio César Avilés, la máxima autoridad del Ejército de Nicaragua.

Ellos, y los demás funcionarios que se sientan en la máxima mesa sandinista, fueron incluidos en el reciente informe del Grupo de Expertos en Derechos Humanos de la ONU que concluyó que en Nicaragua, desde 2018, el presidente, la vicepresidenta y los representantes de todos los poderes del Estado han cometido crímenes de lesa humanidad.

Rosario Murillo es la primera “copresidenta” del país. Así ha pedido Daniel Ortega que la llamen. Más que la vicepresidenta, es la mujer que controla los hilos de cuanto su esposo hace y dice en sus comparecencias. Su cercanía a Ortega no es solo por su vínculo marital, sino también porque es la que le tira de la chaqueta cuando comete errores.

Ortega ya no es el mismo orador nato de antaño, aquel hombre que manejaba los discursos improvisados; ahora erra mucho. Esto fue evidente en su última comparecencia pública, el 9 de febrero pasado, cuando dudó acerca de cuál era la izquierda y cuál la derecha en su mesa de presídium. Pero ella estaba ahí para aclararle y siempre que se confunde le hace señas, ya sea con los ojos o con las manos, para indicarle que se equivocó.

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Luego de Murillo, siempre a su derecha se sienta Francisco Díaz, quien desde el año 2010, cuando su hija se casó con uno de los hijos de la pareja presidencial, comenzó a buscar los reflectores.

El 1 de octubre de aquel año, cuando Díaz era jefe de la Dirección de Seguridad Pública Nacional, declaró que Daniel Ortega, como jefe supremo de la Policía Nacional, era el único facultado para nombrar jefes policiales. En ese momento, sus palabras pasaron inadvertidas. Pero un año después ya era subdirector de la Policía, bajo la sombra de la comisionada Aminta Granera, quien según las encuestas de entonces (como la de CID Gallup de 2015), era el segundo personaje con mayor aceptación popular en Nicaragua, solo detrás de Daniel Ortega.

Sin embargo, poco a poco se fue conociendo que, a lo interno de la institución, desde el año 2014 Granera perdió el mando y fue Díaz quien tomó las riendas. Así lo aseguran algunas personas que trabajaron por esa época con él.

Fue nombrado jefe policial de manera oficial el 5 de julio de 2018. Desde entonces, siempre está a la derecha de Daniel Ortega en las mesas sandinistas, solo detrás de Rosario Murillo. Ocupa ese privilegiado sitio no solo como alto funcionario del régimen, sino también como consuegro de la pareja gobernante: su hija Blanca Díaz Flores está casada con Maurice Ortega Murillo. Además, ella es asesora del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC).

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El círculo de confianza más estrecho en la mesa de Ortega se completa con el general Julio César Avilés, que es el primero a la izquierda. Nació en Jinotepe, Carazo, departamento donde se enroló en la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza como un soldado más del Ejército Popular Sandinista. Poco a poco fue escalando puestos, hasta que en el año 2010 Daniel Ortega lo nombró Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua y desde entonces siempre se sienta a su izquierda.

Julio César Avilés nunca ha admitido abiertamente su participación en la represión en el contexto de la represión de 2018, pero en el departamento de Carazo es vox populi que una de sus fincas sirvió como cuartel para militares que vinieron a apoyar la operación limpieza, que el 8 de julio de 2018 mató a 38 jóvenes caraceños.

El segundo círculo: un redimido y un eterno diputado

Horacio Rocha era en su momento, junto a Juan Ramón Grádiz, uno de los posibles sucesores de Aminta Granera al frente de la Policía de Nicaragua. Hombre de mando en la institución policial, siempre se vinculó con el fútbol, apoyando y formando parte de las directivas del equipo Cacique Diriangén, de la primera división nicaragüense, a pesar de que la Policía tenía su propio equipo.

Bastaba con una llamada de Rocha para que los patrocinadores dijeran que sí para apoyar al club diriambino. No obstante, para sorpresa de muchos, Ortega lo mandó a retiro en 2014, cortando así la posibilidad de que llegara al puesto máximo de la Policía.

Su vida pública desapareció por completo, hasta que recientemente, en diciembre de 2022, como por arte de magia, volvió a vestir el uniforme policial. Ortega lo redimió nombrándolo ministro asesor en Asuntos de Seguridad del presidente; es decir, es uno de los hombres más cercanos al mandatario y ahora lo sienta a su derecha, después de Francisco Díaz.

Siguiendo la línea del flanco derecho en la mesa de Ortega encontramos a Gustavo Porras, que está a la par de los jefes policiales. Es el presidente de la Asamblea Nacional de Nicaragua y quizás el hombre más parecido a Daniel Ortega en la obsesión de aferrarse al poder. Desde hace 21 años es diputado nacional; de ellos, lleva seis como presidente de la Asamblea. Además, desde 1984 preside el sindicato de los trabajadores de la salud, Fetsalud. Médico de profesión, es más político que galeno.

Bajo el liderazgo de Porras, la Asamblea Nacional se ha encargado de despojar de su personería jurídica a más de 3 mil ONG, al igual que a universidades privadas y a cámaras empresariales. Su última jugada, en un acto que la oposición juzgó de obediencia enfermiza, fue la reforma exprés que la Asamblea hizo a la Constitución Política para dejar apátridas a 317 nicaragüenses.

Al otro lado de la mesa, a la izquierda y junto a Avilés, se sientan el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Bayardo Rodríguez; y el inspector general, Marvin Corrales. Ellos forman el trío del poder militar en Nicaragua.

Rodríguez no solo ha sido obediente en el Ejército, sino que sin tapujos manifestó su respaldo a Julio César Avilés cuando Estados Unidos lo sancionó, en junio del 2020.

Ortega también sabe que cuenta con la fidelidad del general Rodríguez, así que nombró a su esposa, Martha Elena Ruiz Sevilla, como ministra asesora para política y asuntos internacionales.

Mientras tanto, el general Corrales se encarga de supervisar la información que tenga que ver con la proyección de la imagen de la institución militar. También ha sido fiel a Avilés, al punto que, en 2019, cuando su jefe fue ratificado en el cargo, aseguró que era por "un reconocimiento a las cualidades de mando, humanas y profesionales que tiene”.

El tercer círculo: el Canciller, la Jueza y la Fiscal

Después de los mandos militares, a la derecha de Ortega aparece Denis Moncada Colindres, el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua que anteriormente fue representante permanente ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).

En el ya lejano primer gobierno de Daniel Ortega, Moncada fue durante dos años (de 1985 a 1987) ayudante ejecutivo del viceministro de Defensa y jefe del Estado Mayor General. Además de ser un sandinista de larga trayectoria, ha defendido a capa y espada al régimen ante la OEA, donde en las sesiones extraordinarias celebradas en 2018 aseguró que en el país no había dictadura y que no hubo represión al pueblo.

Por otro lado, a la izquierda de Denis Moncada se sienta la mujer que conoce a la perfección cómo funciona la Corte Suprema de Justicia en Nicaragua. Ella es Alba Luz Ramos, quien lleva 13 años en la presidencia del máximo órgano de justicia y es magistrada desde hace 35 años.

Ramos es una ficha clave para Daniel Ortega, pues es la que “fabricó” la Ley de Ciberdelitos con la que condenaron a la mayoría de los ex presos políticos, incluyendo a monseñor Rolando Álvarez, a quien le adjudicaron el delito de propagación de noticias falsas, por el cual debe pagar cinco años de cárcel de los casi 26 a los que lo sentenciaron.

Desde la CSJ de Ramos se hicieron las reformas constitucionales que permitieron que Ortega se entronizara en la presidencia, así que el líder sandinista tiene una gran deuda con ella. Asimismo, son los jueces de la CSJ los que han estado al frente de las condenas de los presos políticos, tanto de los ahora desterrados como de los que aún permanecen en las cárceles orteguistas.

Otra mujer que siempre aparece en el lado izquierdo de la mesa de Ortega es la fiscal general de la República, Ana Julia Guido. De presencia imponente y trato distante, es una militante sandinista de vieja data, pues desde en la adolescencia se convirtió en guerrillera.

Pero no solo es cercana a Ortega por su historia en la guerrilla sandinista, sino que su lealtad ha sido de vital importancia para que el régimen encarcelara a decenas de opositores. Solo en 2018 la Fiscalía dictó 700 acusaciones a manifestantes que protestaron en contra del régimen sandinista, entre ellos el caso contra la Fundación Violeta Barrios.

Otra exguerrillera en la mesa de Ortega es Brenda Rocha, presidenta del Consejo Supremo Electoral y a quien el medio oficialista El 19 Digital describe como “guerrillera invicta, heroica y victoriosa”. Esta mujer, de un perfil muy bajo a pesar del cargo que ostenta, se sienta del lado derecho después de Gustavo Porras.

Rocha no ha sido mediática como otras de las mujeres que se sientan en las mesas de Daniel Ortega. Sin embargo, sorprendió cuando de concejal de la Alcaldía de Managua pasó a convertirse en la presidenta del Consejo Supremo Electoral.

Al ser la cabeza de la institución que ha avalado los fraudes electorales denunciados por múltiples organismos, como la ONU, tiene sanciones tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea.

Rocha cierra esta lista de los personajes que se sientan con mayor frecuencia en la mesa de Daniel Ortega cuando comparece públicamente. Sin embargo, no son los únicos, pues según la ocasión el líder sandinista puede llamar a otros funcionarios, tal como sucedió en su última aparición en televisión, el 9 de febrero de 2023.

Aquel día, como Ortega estaba anunciando la despatriación de los 222 presos políticos liberados a los que despojó de su nacionalidad nicaragüense, el mandatario citó a su mesa a María Amelia Coronel, titular del Ministerio de Gobernación, a Luis Cañas y a Carla Salinas, de la misma institución, porque colaboraron en la elaboración de los pasaportes de los ciudadanos expulsados.

En esa ocasión también estuvieron Gloria Dixon, secretaria de la Asamblea Nacional, y la legisladora Arlen Alonso, pues fue en ese poder del Estado donde se despojó de la nacionalidad a los 222 ex presos políticos.

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