Fue uno de los atentados más mortíferos de los últimos años en Afganistán y provocó una oleada de críticas al presidente Joe Biden por su decisión de retirar las fuerzas estadounidenses del país casi 20 años después de la invasión de Estados Unidos.
El ataque fue presuntamente cometido por la rama afgana del Estado Islámico, conocida como Estado Islámico Khorasan o ISIS-K, un grupo que mantiene una disputa con el régimen talibán.
Las fuentes consultadas por el Post no dieron detalles sobre la identidad del líder del ISIS-K eliminado, con el argumento de que podría poner en peligro los esfuerzos de las autoridades estadounidenses para recolectar información sobre las actividades futuras en la región.
Un alto funcionario dijo al sitio Politico aseguró que Estados Unidos no había participado en la operación, y que no diría cuándo tuvo lugar o identificaría al presunto miembro del EI muerto.
Pero indicó que el objetivo "era alguien que seguía siendo un conspirador clave, un supervisor de la conspiración para EI-K", refiriéndose al Estado Islámico Jorasán, la rama del grupo que opera en Afganistán y Pakistán.
La inteligencia estadounidense ha estado trabajando para confirmar el asesinato, según la fuente, y la administración de Biden se ha abstenido de anunciarlo hasta que se pudiera informar a las familias de los 13 soldados estadounidenses.