"Es imposible abstraer de la realidad política y social este certamen inocuo. Ella se convirtió en símbolo nacional, emocional, que revivió las esperanzas. Y el gobierno tomó nota de eso", dijo a la AFP el periodista nicaragüense Wilfredo Miranda, Premio Ortega y Gasset, exiliado en Costa Rica.
Muchos en el exilio vieron incluso en el traje con el que se coronó, blanco con una capa azul, el simbolismo de la protesta y la defensa de una Iglesia católica "perseguida", al asemejarse al vestido de la Virgen de la Inmaculada Concepción, patrona de Nicaragua.
"¡Gracias por llevar alegría a nuestro sufrido pueblo! ¡Gracias por hacernos tener esperanza!…", escribió en X monseñor Silvio Báez, exiliado en Estados Unidos.
"Miss buñuelos”
Nacida en el seno de una familia humilde de Diriamba, en el occidental departamento de Carazo, Sheynnis Palacios montó con su madre y abuela un negocio de venta de buñuelos, un postre nicaragüense elaborado a base de yuca y miel.
De allí que, antes de su triunfo, una presentadora de un canal de televisión oficialista la llamara "Miss buñuelos". Los medios de comunicación nicaragüenses en el exilio no lo pasaron por alto.
Tampoco que la "reina" nicaragüense estudió Comunicación Social en la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), confiscada en agosto pasado por el gobierno, al calificarla como "centro de terrorismo".
Publicando una foto de una notificación a la aerolínea Avianca, cuya autenticidad la AFP no pudo confirmar, medios opositores afirmaron que el gobierno había ordenado "no abordar a la pasajera nicaragüense" Sheynnis Palacios, en el vuelo de regreso a Managua. Tras el triunfo, dijeron, anuló la orden.
La Miss Universo, aclamada en el aeropuerto de Miami al iniciar una gira por varios países tras dejar El Salvador, se mantiene por ahora haciendo equilibrismo, dedicando su corona a los seis millones de nicaragüenses, dentro del país o en el exilio.