Rony Tabash, que vende crucifijos, estatuillas de la Virgen María y otras baratijas religiosas en la tienda de su familia, ordenaba las estanterías y la mercancía para pasar el rato.
"Llevamos casi dos meses sin ningún peregrino, ningún turista", dijo, añadiendo que mantiene la tienda abierta como forma de alejar la desesperanza. "Queremos sentir que todo volverá a la normalidad”.
Las autoridades religiosas renunciaron a cualquier celebración "inútilmente festiva" en solidaridad con los palestinos que sufren en Gaza.
El municipio limita "las disposiciones a los estrictos rituales" cristianos, como la misa de Nochebuena.
"Hacemos el 80% de nuestros ingresos anuales en este periodo", afirmó a la agencia AFP Jack Giacaman, que trabaja en la producción de artículos religiosos de madera para una tienda de recuerdos.
El taller, justo detrás del comercio, está vacío y se pueden ver algunas figuritas sin terminar.
¿Para qué contratar? "Belén está totalmente cerrado por todas partes", dice, en referencia a los puntos de control israelíes que restringen el movimiento en Cisjordania.
El año pasado, Giacaman tuvo que pedir un préstamo para sobrevivir, después de la pandemia. Ahora tiene que volver a hacer cuentas.
"Hicimos un cálculo en tres años para cubrir las pérdidas, pero ahora no sabemos cómo acabar el año”,explica a AFP, ante las calles vacías del centro histórico de esta ciudad, donde normalmente conviven cristianos y musulmanes.