El poblado de Vittangi, en el norte de Suecia, alcanzó la temperatura más baja en los tres países desde inicios del siglo, con -44.6 grados centígrados.
En Oslo la temperatura cayó por debajo de -30ºC por primera vez, hasta -31.1ºC.
Las olas de frío causadas por las corrientes de aire del Ártico afectaron el transporte, dañaron las tuberías de agua y obligaron a cerrar escuelas, mientras se dispararon los precios de la electricidad, utilizada para calefacción en la región.
Sin el calentamiento global atribuido a la humanidad, las temperaturas en la región habrían sido unos cuatro grados más bajas, según el estudio realizado por investigadores de la red Atribución de Meteorología Mundial (World Weather Attribution, WA).
Con las temperaturas del planeta 1.2º más cálidos que en la era preindustrial, tales heladas se vuelven cada vez más raras en Europa del Norte.
Actualmente, las olas de frío de cinco días son cinco veces menos probables, y los fríos extremos de un día son 12 veces menos probables, según el equipo de 19 investigadores internacionales.
"En un planeta cada vez más caliente, las olas de frío se vuelven menos intensas y menos frecuentes", indicó Izidine Pinto, investigador del Real Instituto Meteorológico de Países Bajos.
"Sin embargo, esto no es motivo de celebración", advirtió.