Pero no solo representa un desafío de salud pública, sino que también está vinculada a otras enfermedades crónicas graves. Según los últimos datos del CDC, el 58% de los adultos con obesidad en Estados Unidos padecen presión arterial alta, un factor de riesgo importante para enfermedades cardíacas.
Mientras que aproximadamente el 23% de los adultos con obesidad tienen diabetes tipo 2, una de las principales causas de complicaciones metabólicas.
El impacto económico de la obesidad es significativo tanto para los pacientes como para el sistema de salud. En 2019, los costos médicos anuales para adultos con obesidad fueron $1,861 más altos por persona en comparación con aquellos con un peso saludable. En casos de obesidad severa, estos costos se elevaron a $3,097 adicionales por persona, acumulando un gasto total cercano a los 173 mil millones de dólares en atención médica solo en ese año.
Ante esta crisis, el presidente Joe Biden ha puesto sobre la mesa un enfoque dual: garantizar el acceso a medicamentos como el Ozempic , mientras impulsa una estrategia integral de prevención para abordar las causas estructurales de la obesidad.
¿De donde viene el problema?
La obesidad también es una condición profundamente influenciada por desigualdades sociales y económicas. El acceso limitado a alimentos saludables, la inseguridad alimentaria y el predominio de alimentos ultraprocesados baratos pero calóricos son factores determinantes.
Por ejemplo, diversos comportamientos de salud y condiciones médicas contribuyen al aumento de peso y la obesidad. Un estilo de vida sedentario, caracterizado por la falta de actividad física y el exceso de tiempo frente a pantallas como televisores, computadoras y videojuegos, es uno de los factores principales.
A esto se suman patrones de alimentación poco saludables, que incluyen un consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y azúcares añadidos, como las bebidas azucaradas, así como una baja ingesta de fibra, frutas y verduras.
Además, ciertas condiciones médicas están asociadas al aumento de peso, como el síndrome de Cushing, el síndrome de ovario poliquístico o el hipotiroidismo. Algunos medicamentos, como los antipsicóticos, antidepresivos, anticonceptivos hormonales y esteroides, también pueden provocar aumento de peso al alterar las señales cerebrales relacionadas con el hambre o mediante otros mecanismos.
El Centro también señala que las condiciones económicas y sociales, como la inestabilidad económica, la falta de transporte seguro o una vivienda inadecuada, limitan las opciones saludables para muchas personas. Estos elementos subrayan la complejidad de la obesidad, que no depende únicamente de decisiones individuales, sino que requiere un enfoque integral con soluciones que abarquen los niveles personal, comunitario y político.