El gobierno de Bashar al Asad cayó este sábado tras una rápida ofensiva liderada por la coalición rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS), que tomó Damasco y puso fin a cinco décadas de la dinastía Al Asad. Este colapso, provocado por la retirada del apoyo militar ruso, marcó el final de un régimen que había sobrevivido a más de una década de guerra civil.
En Europa, la respuesta fue inmediata. Francia anunció este lunes que analiza suspender los trámites de asilo de ciudadanos sirios, sumándose a Austria, Alemania, Dinamarca, Suecia y Noruega, que ya habían tomado medidas similares.
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“Se tomará una decisión en las próximas horas”, informó el Ministerio del Interior francés, dirigido por Bruno Retailleau. En 2023, Francia recibió más de 4,000 solicitudes de asilo de ciudadanos sirios, según la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (OFPRA). Sin embargo, el canciller francés, Jean-Noël Barrot, recordó que el regreso de los refugiados sólo sería posible si se garantiza su seguridad en Siria, algo que aún está en duda.
La caída de Al Asad reavivó el debate sobre migración en Europa, un tema delicado desde la crisis de 2015, cuando miles de sirios llegaron al continente huyendo de la guerra.
Este tema ha impulsado a partidos de ultraderecha como la Agrupación Nacional (RN) en Francia, cuyo líder, Jordan Bardella, alertó sobre una posible “avalancha de migrantes”. Estas declaraciones fueron calificadas como “sin fundamento” por el canciller Barrot.
Por su parte, Austria, que ha otorgado asilo a cerca de 87,000 sirios desde 2015, endureció sus políticas migratorias en los últimos años bajo la administración conservadora de Karl Nehammer, especialmente tras el auge de la extrema derecha, que ganó las elecciones legislativas en septiembre.
El lunes, el Ministerio del Interior de Austria informó que “todos los procedimientos en curso” quedarían detenidos de inmediato, y su ministro, Gerhard Karner, detalló la preparación de un programa de repatriación y deportación hacia Siria.
Alemania, país con la mayor comunidad siria en la Unión Europea, también decretó el congelamiento de los trámites de asilo debido a “la incertidumbre actual”, según explicó la ministra del Interior, Nancy Faeser. Desde 2015, el país acogió a casi un millón de refugiados sirios, un gesto ampliamente reconocido durante el mandato de Angela Merkel, pero que ahora enfrenta un cambio de política.
Dinamarca, conocida por su política de asilo extremadamente restrictiva, también suspendió las tramitaciones relacionadas con ciudadanos sirios. Además, extendió las fechas límite para deportaciones hacia Siria, en un intento por evaluar con mayor precisión la situación en el país tras el colapso del régimen.
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Suecia y Noruega tomaron medidas similares, deteniendo los procesos de solicitud de asilo y las deportaciones, citando la falta de claridad sobre la situación en Siria. Suecia argumentó que, en este contexto, es imposible evaluar adecuadamente los motivos de protección, "dada la situación, simplemente no es posible evaluar los motivos de protección en la actualidad", declaró en un comunicado Carl Bexelius, responsable de los asuntos jurídicos del organismo nacional sueco de Migraciones.
Mientras que Noruega señaló que esperará hasta que se estabilice la situación. "La situación en el país sigue siendo muy confusa y sin resolver", escribió la dirección de inmigración noruega (UDI) en un comunicado. La UDI "no rechazará ni concederá por el momento solicitudes de asilo a los sirios que hayan solicitado asilo en Noruega", detalló el organismo.
Por su parte, el Alto comisionado de la ONU para los refugiados (ACNUR) solicitó "paciencia y vigilancia" acerca del regreso de los refugiados sirios a su país tras la caída de Bashar al Asad.
"ACNUR aconseja estar concentrados sobre el asunto de los retornos" y espera que lo que suceda allá facilitará "por fin retornos voluntarios, seguros y sustentables con refugiados capaces de tomar decisiones" claras, escribió el jefe de la agencia Filippo Grandi en un comunicado.