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El interés de Trump por el Canal de Panamá revive tensiones de un siglo

Las declaraciones del próximo presidente estadounidense sobre "recuperar el canal" desafían la soberanía panameña y exponen conflictos económicos y ambientales.
vie 17 enero 2025 10:25 AM
FOTO DE ARCHIVO: El granelero Monrovia NSU CHALLENGER transita por el canal ampliado a través de las esclusas de Cocoli en el Canal de Panamá, en las afueras de la ciudad de Panamá, Panamá, el 19 de abril de 2023.
El Canal de Panamá es una de las infraestructuras más estratégicas del mundo.

Las declaraciones de Donald Trump sobre agregar territorio a Estados Unidos han vuelto a encender debates internacionales en las últimas semanas. Desde sus polémicas ideas sobre comprar Groenlandia hasta la propuesta de anexionar a Canadá como el estado 51, el próximo presidente incluye en esta lista sus intenciones la de "recuperar el Canal de Panamá".

Aunque no ha mencionado explícitamente la posibilidad de una intervención militar, dijo en una conferencia de prensa que no descarta una presencia de las fuerzas armadas en caso de ser necesario.

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El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, respondió a las amenazas del republicano con un video divulgado en la red social X, en el que declara que "cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente, es de Panamá y lo seguirá siendo", enfatizando que la soberanía del país sobre el canal es "irreversible".

Este renovado interés surge en un momento simbólico: el canal recientemente cumplió 25 años de autonomía tras su transferencia a Panamá en 1999.

Panamá: su independencia y el canal

Un hombre sostiene un periódico publicado el 1 de enero de 2000 en el que se anuncia que Estados Unidos cederá el control del Canal de Panamá al gobierno de Panamá en 1999, en Ciudad de Panamá, Panamá, el 31 de diciembre de 2024.
Panamá recuperó el control sobre el canal el 31 de diciembre de 1999.

Desde su independencia de Colombia en 1903, Panamá ha estado estrechamente ligada a los intereses de Estados Unidos.

La idea de la construcción del canal se remonta al siglo XVIII, cuando se le otorgó una concesión al ingeniero francés Fernando de Lesseps, responsable del Canal de Suez en Egipto. Sin embargo, las condiciones climáticas y las enfermedades tropicales causaron la muerte de gran parte de la mano de obra, llevando al fracaso del proyecto.

Posteriormente, Estados Unidos retomó la construcción del canal, aprovechando las tensiones entre Panamá y Colombia, le ofreció ayuda para lograr su independencia.

Esta influencia se tradujo en el Tratado Hay-Bunau-Varilla, de 1903, que dio a Estados Unidos control del Canal de Panamá y su zona a cambio de una compensación económica simbólica. Este acuerdo fue negociado sin la participación de representantes panameños, consolidó el dominio estadounidense y limitó la soberanía del país.

Raisa Banfield, arquitecta y activista climática panameña describe esto como el inicio de una compleja relación con un alto costo para Panamá, el cual fue "ceder una franja de tierra a Estados Unidos para la construcción del canal y sus propios intereses".

El canal fue construido oficialmente por Estados Unidos entre 1904 y 1914, y lo administró hasta su traspaso total al Estado panameño el 31 de diciembre de 1999. Aunque transformó el comercio mundial, este logro tuvo un alto costo humano.

Fernanda Tejada, licenciada en Relaciones Internacionales y experta en el Canal de Panamá explica que "Estados Unidos no solo garantizó la construcción del canal, sino que también moldeó la geografía, la economía y la estructura social del país en función de sus intereses estratégicos".

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Además, la Zona del Canal operó durante décadas como un enclave estadounidense, afectando profundamente la vida social y económica de Panamá.

La firma de los Acuerdos Torrijos-Carter en 1977 marcó un punto de inflexión al establecer un calendario para la transferencia del canal a Panamá a partir del 31 de diciembre de 1999.

Intervención militar: ¿un fantasma del pasado o una posibilidad latente?

Manifestantes marchan en recuerdo de los estudiantes panameños que perdieron la vida durante los disturbios de 1964 por el control estadounidense del Canal de Panamá, conocido como el Día de los Mártires, que desempeñó un papel importante en la firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977, en Ciudad de Panamá, Panamá, 9 de enero de 2025.
El Día de los Mártires se conmemora cada 9 de enero, en memoria de los estudiantes caídos en las protestas de 1964 contra el control estadounidense del canal de Panamá.

Un antecedente clave previo a la firma de los tratados es el Día de los Mártires, conmemorado cada 9 de enero, en memoria de los estudiantes caídos en las protestas de 1964 contra el control estadounidense del canal. Sin embargo, durante el siglo XX, el canal fue un punto estratégico clave para el intervencionismo militar estadounidense.

La invasión de 1989, conocida como "Operación Causa Justa", lo ejemplifica. Justificada por la captura de Manuel Noriega y la protección del canal, dejó profundas cicatrices en la sociedad y la política panameñas.

El historiador Víctor Manuel Ortiz Salazar le contó a la BBC que el bombardeo masivo sobre el cuartel central de El Chorrillo “evidenció que el verdadero objetivo de Estados Unidos no era solo capturar a Noriega, sino destruir las Fuerzas Armadas panameñas".

En menos de 24 horas, el ejército y la policía del país fueron desarticulados, marcando la disolución de sus fuerzas militares.

La invasión generó además un vacío de seguridad que provocó saqueos masivos en las primeras 72 horas. Ortiz Salazar señala que "cuando las tropas estadounidenses finalmente ingresaron, fueron recibidas como salvadoras, a pesar de haber sido responsables de la destrucción inicial". Este hecho transformó a Panamá, que abolió sus Fuerzas Armadas y creó la Fuerza Pública panameña, un cuerpo civil de seguridad.

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Actualmente, una intervención militar es algo poco probable, sin embargo la presencia estadounidense es algo innegable. Fernanda Tejada señala que "Estados Unidos no necesita tener el canal bajo su mando, tácitamente cuando ya lo tiene”, pues considera que hay alta influencia en las relaciones comerciales, económicas y políticas.

Por su parte, Raisa Banfield subraya que "Estados Unidos nunca se fue; simplemente ha adaptado sus métodos." La presencia de ejercicios militares anuales, como la Operación Panamax, refuerza esta noción, demostrando que Washington aún considera al canal como un activo estratégico de primer orden.

Aunque no se ha concretado una política explícita, la retórica de Donald Trump alimenta las tensiones sobre la soberanía panameña y la persistencia de los intereses estratégicos estadounidenses.

La importancia económica y geopolítica del canal

El Canal de Panamá sigue siendo una de las infraestructuras más estratégicas del mundo.

De acuerdo con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), casi el 73% de los barcos que transitan por el canal tienen como destino u origen puertos estadounidenses, y aproximadamente el 40% del tráfico de contenedores de Estados Unidos depende de esta vía.

Además, el canal genera ingresos anuales superiores a los 2,500 millones de dólares para Panamá, consolidándolo como una de las principales fuentes de divisas del país.

En términos geopolíticos, el canal conecta continentes y mercados clave. Su importancia ha atraído el interés de otras potencias, como China, que ha incrementado su inversión en proyectos de infraestructura en la región. Esto ha generado tensiones con Estados Unidos, que percibe al canal como un activo estratégico indispensable para su seguridad nacional y su liderazgo económico global.

Este interés no es casual: el canal actúa como un punto de convergencia para los flujos comerciales más importantes del mundo. Tejada enfatiza que "el comercio que pasa por el canal no solo conecta mercados, sino que también configura relaciones de poder a nivel global".

Banfield, por su parte, responde a las críticas que ha hecho el presidente electo sobre el poderío chino en el canal, asegurando que el Canal es autónomo de cualquier potencia —incluyendo la estadounidense— y si hay presencia China es porque forman parte de su población desde hace mucho tiempo. "China no es un actor nuevo en Panamá; su presencia tiene más de 150 años".

Sin embargo, tampoco es mentira que los vínculos comerciales con China han ganado mayor visibilidad, generando nuevas dinámicas de comercio, el cual Estados Unidos observa con cautela.

Asimismo, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) afirma que en 2023 más de 14,000 barcos transitaron por el canal, representando alrededor del 6% del comercio marítimo global. En este tráfico, se incluyen productos esenciales como petróleo, gas natural, granos y bienes manufacturados, que son cruciales para economías como la de Estados Unidos.

Impacto social y ambiental: el reto del cambio climático

En una vista aérea, barcos pasan por las esclusas de Aqua Clara mientras transitan por el Canal de Panamá el 20 de septiembre de 2023 en Colón, Panamá.
En 2019, una sequía histórica redujo drásticamente los niveles de agua en los lagos Gatún y Alhajuela, esenciales para el funcionamiento del canal.

Los dos mares que se vinculan a través del canal se encuentran a desnivel uno del otro, por lo que el canal funciona —en pocas palabras— como un elevador. Cuenta con un sistema de esclusas que elevan y bajan los barcos gracias a la capacidad de flotar de los barcos y la acumulación de agua en cada “escalón”. Por esto mismo, su operación depende de recursos hídricos que están siendo afectados por el cambio climático.

En 2019, una sequía histórica redujo drásticamente los niveles de agua en los lagos Gatún y Alhajuela, esenciales para el funcionamiento del canal.

De acuerdo con Raisa Banfield, "hemos visto como nunca en este último periodo de El Niño [...] nunca los habíamos visto tan bajos."

Este fenómeno condujo a medidas como la reducción del calado y del número de barcos en tránsito y aumento en tarifas del uso además de restricciones en el consumo de agua para las comunidades locales. Banfield subraya que "cada vez que el canal tiene dificultades para pasar barcos, la población también tiene dificultades para consumir agua."

La ambientalista enfatiza que "no podemos hablar ingenierilmente de ampliaciones para siempre cuando tenemos condiciones climáticas que nos condicionan a ser más moderados."

Aunque las lluvias torrenciales de la temporada húmeda pueden aliviar temporalmente la situación, ella advierte que el modelo actual no es sostenible: "Estamos compitiendo siempre en los recursos que necesita el ser humano para la vida y el recurso que necesitas para el comercio. En algún momento, debes establecer límites y trabajar con lo que tienes."

Fernanda Tejada también menciona que "Panamá enfrenta no solo un problema de disponibilidad de agua, sino también de distribución y planificación."

Aunque el país cuenta con más de 500 ríos y 52 cuencas hidrográficas, la falta de políticas públicas eficientes ha limitado el acceso equitativo a estos recursos. En este contexto, se recalca que los esfuerzos por parte de las autoridades como es el "Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015-2050: Agua para Todos" es un paso necesario, pero no suficiente si no hay una visión a largo plazo que priorice la sostenibilidad y la justicia social.

Este plan incluye la construcción de nuevos reservorios y mejoras en la infraestructura de distribución, buscando equilibrar las necesidades del canal y las comunidades locales.

El cambio climático también ha puesto en riesgo la biodiversidad de la región. Las áreas circundantes al canal, ricas en ecosistemas únicos, están siendo alteradas por actividades humanas y fluctuaciones climáticas.

Banfield advierte que "el desafío no es solo para el canal, sino para toda la gestión territorial de Panamá. No podemos pasar carreteras ni construir urbanizaciones sin conservar las cuencas hídricas y los bosques que protegen las fuentes de agua".

Un futuro incierto

El futuro del Canal de Panamá enfrenta retos ineludibles, marcados tanto por los efectos del cambio climático como por la presión de actores internacionales que ven en esta infraestructura un recurso estratégico indispensable.

Raisa Banfield advierte que "los recursos que sostienen al canal, como el agua, no son infinitos" y que su operación debe adaptarse a las realidades del entorno natural. "Tu barco se adapta a mi ruta o no pasa por aquí," enfatiza, destacando la urgencia de ajustar las expectativas comerciales a las capacidades del canal.

Sin embargo, estas adaptaciones no deben hacerse a costa de las comunidades locales.

Banfield cuestiona la visión predominante en las decisiones clave, destacando que "la ampliación de lagos y reservorios en el lado occidental genera conflictos con comunidades originarias y campesinas que dependen del río Indio para su subsistencia."

Estas poblaciones, históricamente invisibilizadas, no solo enfrentan sacrificios en nombre del desarrollo, sino que también reclaman ser incluidas como actores fundamentales en la construcción de soluciones sostenibles.

En este contexto, la gestión del canal deberá equilibrar los intereses globales con la responsabilidad social y ambiental.

En última instancia, el éxito del canal dependerá de decisiones audaces y sostenibles que garanticen no solo su viabilidad económica, sino también su capacidad para contribuir al bienestar de las comunidades panameñas y a la protección del medio ambiente. Como concluye Banfield, "el canal es nuestro” pero su impacto debe reflejarse en el bienestar de todos, no solo en las cifras de tránsito o comercio.

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