El plan de Donald Trump, que preveía despejar Gaza de sus habitantes palestinos, parecía alejarse de la política estadounidense de larga data en Oriente Medio, centrada en una solución de dos Estados, y desató la ira entre los palestinos y las naciones árabes.
Quién dirigirá Gaza tras el conflicto sigue siendo la gran incógnita en las negociaciones sobre el futuro del enclave. Hamás ha rechazado hasta ahora la idea de que otros Estados impongan a los palestinos cualquier propuesta.
El plan de El Cairo no aborda cuestiones críticas como quién pagará los costos de la reconstrucción de Gaza ni esboza ningún detalle concreto sobre cómo se gobernaría Gaza, ni cómo se apartaría a un grupo armado tan poderoso como Hamás.
Según el plan egipcio, una Misión de Asistencia a la Gobernanza sustituiría al gobierno de Hamás en Gaza durante un periodo provisional no especificado y se encargaría de la ayuda humanitaria y de poner en marcha la reconstrucción del enclave, devastado por la guerra.
"No habrá financiamiento internacional importante para la rehabilitación y reconstrucción de Gaza si Hamás sigue siendo el elemento político dominante y armado sobre el terreno que controla la gobernanza local", decía un preámbulo en el que se esbozaban los objetivos del proyecto de plan egipcio.
Egipto, Jordania y los Estados árabes del Golfo llevan casi un mes esforzándose por formular una ofensiva diplomática para contrarrestar el plan de Trump. Se han propuesto varias ideas, y la de Egipto se considera la favorita.