Los datos del Servicio Nacional de Laboratorios de Salud, una entidad gubernamental sudafricana, mostraron que las pruebas de carga viral cayeron hasta un 21% entre los grupos clave en los últimos dos meses, lo que, de acuerdo cuatro expertos en VIH, parece deberse a la pérdida de financiación estadounidense.
Las pruebas de carga vírica miden la cantidad de virus que hay en la sangre de las personas seropositivas que siguen un tratamiento antirretrovírico. Normalmente se realizan al menos una vez al año. Comprueban si el tratamiento está funcionando y si el virus está lo suficientemente suprimido como para evitar que se propague a otras personas.
Con menos pruebas, se identificará a menos personas que puedan transmitir el virus. Saltarse una prueba también puede indicar que un paciente abandonó el sistema y puede perder el tratamiento.
Es especialmente importante para las mujeres embarazadas, que pueden correr el riesgo de transmitir el VIH en el parto, y para los bebés, que necesitan ser diagnosticados y tratados pronto para sobrevivir.
Trump congeló muchos programas de ayuda exterior a principios de su segundo mandato, antes de restablecer algunas ayudas vitales, incluidas partes del Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR, por sus siglas en inglés), la iniciativa del país contra el VIH a nivel mundial. Pero Sudáfrica también fue objeto de una orden ejecutiva que recortaba toda la financiación al país en febrero.
Sudáfrica no dependía de la financiación estadounidense para sus medicamentos contra el VIH, pero los salarios de unos 15,000 trabajadores sanitarios eran pagados por el PEPFAR, que anteriormente daba a Sudáfrica más de 400 millones de dólares al año. La mayor parte de esa financiación se retiró, aunque no está claro el importe exacto.