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OPINIÓN: ¿Por qué Trump arremete contra los debates?

Pese a las aspiraciones de Donald Trump al éxito, y a su astucia, un debate presidencial contra Hillary Clinton probablemente lo mostraría sin preparación, malhumorado y grosero.
dom 07 agosto 2016 07:05 AM
¿Volverá a imponer las reglas de la campaña?
¿Volverá a imponer las reglas de la campaña? El candidato republicano Donald Trump arremete contra los debates en sí mismos, impugnándolos como "amañados".

Nota del editor: Rachel Sklar es escritora y cofundadora de Change The Ratio, cuyo objetivo es aumentar la visibilidad y oportunidades para las mujeres en la tecnología y nuevos medios, y TheLI.st, una red y plataforma de medios para las mujeres con sede en Nueva York. Es una voluntaria de la campaña presidencial de Hillary Clinton. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor.

Donald Trump se está quejando.

Por supuesto, eso no es nada nuevo: el notoriamente susceptible candidato republicano es un berrinchudo empedernido, abiertamente enfurruñado por percibidas injusticias como juicios presididos por jueces “mexicanos”, coberturas de prensa precisas y porque Megyn Kelly sea mala con él. A sus 70 años, es posible que sea el viejo más gruñón en Twitter.

Pero hay que darle crédito a Trump: es un genio para dirigir el ciclo de noticias y, sobre todo, para crear una negación plausible ante sus partidarios. Y en este momento, está haciendo exactamente eso con la fecha programada del debate presidencial.

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Es posible que te hayas perdido de esta historia en el aluvión de titulares sobre la pelea del candidato republicano a la presidencia con Khizr y Ghazala Khan , una pareja musulmana y familia Gold Star cuyo hijo murió en Iraq, y que hablaron en contra de Trump durante la Convención Nacional Demócrata. (De acuerdo con Trump, Khizr Khan ha sido muy injusto con él. ¡Qué triste!).

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Pero hay una nueva supuesta injusticia que ha sido perpetrada en contra de la campaña de Trump: el debate presidencial programado, que Trump afirma que Hillary Clinton y los demócratas han tratado de manipular de manera que dos de los tres debates coinciden con partidos de futbol americano de la NFL.

¿Ha sido establecido el calendario, como siempre lo ha sido, por una comisión bipartidista en conjunto con los dos partidos? ¿O acaso es Clinton un genio maquiavélico que manipula el horario de debate a su voluntad contraria al futbol americano?

Obviamente la primera. De hecho, el horario fue establecido hace casi un año, de acuerdo con la Comisión de Debates Presidenciales, que sintió la necesidad de tomar la medida inusual de explicar y defender su proceso en un comunicado para hacer retroceder a Trump:

“La Comisión de Debates Presidenciales comenzó a trabajar hace más de 18 meses para identificar las fechas festivas religiosas y federales, los juegos de playoffs de la liga de béisbol, los juegos de la NFL, y otros eventos con el fin de seleccionar las mejores noches para el debate de 2016. Es imposible evitar todos los eventos deportivos, y ha habido noches en las que se produjeron debates y juegos en la mayoría de los ciclos electorales. Un debate nunca ha sido reprogramado como resultado de ello”.

No es manipulado, no es desleal, y no es raro (¡a diferencia de Trump como candidato a cualquier cargo público!). Sin embargo, la campaña de Trump está investigando, apoyado por el Partido Republicano, a pesar de haber firmado inicialmente el calendario.

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A primera vista esto parece una pelea inusual para Trump, considerando sus alardes de no necesitar los llamados medios de bajo rating para llegar a los votantes. No importa que las redes sociales, los informes de noticias, los grabadores de video digital y el video on demand tengan cubierto al más apasionado fanático de la política y el futbol americano. Aquellos que piensan que el emperador realmente está desnudo podrían tener un punto, ya que Trump tiene una buena razón para criticar los debates: probablemente quiere evadirlos.

¿Por qué? Debido a que no quiere enfrentarse a Hillary Clinton.

A pesar de desdeñar a Hillary Clinton al decir que carece del temperamento de un ganador (un temperamento como el suyo, por supuesto), Trump seguro sabe que en un debate frente a frente, Clinton lo aplastará.

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Después de todo, Clinton es una rival ruda y preparada. Si no me crees, escucha a alguien que de hecho se ha enfrentado mano a mano con Clinton: el presidente Barack Obama, quien regularmente ha resaltado su tenacidad como oponente, más recientemente, en su discurso en la convención de la semana pasada. Asimismo, no pica los anzuelos con facilidad, ni tampoco se altera o se pone nerviosa. (Cualquiera que haya visto incluso solo una parte de su testimonio de 11 horas sobre Bengasi). Esa es la razón por la que un GIF de ella encogiéndose de hombros se volvió viral.

Pero no es solo porque ella sea ruda. Como cualquier aficionado a los debates podrá decir, Clinton es una estudiosa de la política que meticulosamente se prepara para cada encuentro a medida que se alista para salir al escenario en los pantalones de su elección. A ella le gustan las conversaciones políticas, las discusiones de precedentes históricos, el discurso minuciosamente matizado y, como ella dice, “sudar los detalles”.

Donald Trump no podría ser más su opuesto. Su especialización en los debates son los insultos y los menosprecios (“Pequeño Marco” “baja energía” Jeb Bush, “mentiroso” Ted Cruz) con un poco de descarada generalización (y al mismo tiempo no suele responder a la pregunta planteada). Como un maestro de los medios, sabe que la televisión no es amable para aquellos que no están en control; y en un escenario de debate con un moderador experto y bien informado, y un oponente indudablemente más experimentado y calificado, sin duda no estaría en control.

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Estar en un escenario de debate es un poco como estar desnudo, no tienes nada que esconder. Eres simplemente tú, con solamente tu cerebro y tu instinto, y la manera en que ambos reaccionan en el momento. Pese a las engreídas aspiraciones de Trump al éxito, y a su astucia y temperamento, un debate presidencial contra Hillary Clinton probablemente lo mostraría sin preparación, sin experiencia, malhumorado y grosero.

Por supuesto, él ya ha mostrado que es todas esas cosas, pero subir al escenario contra Hillary Clinton probablemente lo revelaría como la única cosa que teme por encima de todo: débil.

Así que, en vez de eso, Trump está arremetiendo contra los debates en sí mismos, impugnándolos como amañados, cubriéndose contra todo lo que esté por venir. Los expertos han dicho que no asistir a los debates es un movimiento arriesgado para Trump debido a que los votantes dicen constantemente a los encuestadores que les ayudan a decidir qué candidato apoyar. Pero Trump anteriormente ha reescrito las reglas normales de una campaña, y sin duda lo hará de nuevo.

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De hecho, en cierto modo, Trump ya ha ganado: ha forzado a la Comisión de Debates Presidenciales a responder; ha enganchado al partido republicano tras él; ha hecho que expertos concuerden en que el futbol americano no debe interrumpir el sagrado ritual político, o viceversa; ha puesto en circulación su afirmación de que el horario del debate está “amañado”.

Pero la verdad es que eso es lo más cerca que estará Donald Trump de ganar esos debates. La pregunta es si sus seguidores estarán de acuerdo.

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