OPINIÓN: Por qué el volcán de Guatemala es tan letal
Nota del editor: Arianna Soldati es vulcanóloga y se doctoró en Geología por la Universidad de Missouri y la Universidad de Columbia. En sus investigaciones recurre a una combinación de técnicas de campo y de laboratorio para responder preguntas sobre el avance del flujo de lava. Síguela en Twitter como @AriannaSoldati . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) — Hace cuatro años, en mi primera temporada como vulcanóloga en el campo, me hallaba en el fondo de la barranca Ceniza, en Guatemala. Mis colega y yo bajamos al valle con cuerdas para buscar un lugar ideal para tomar muestras. Estaba lodoso y muy nublado, no podíamos ver la cima del volcán de Fuego, el volcán guatemalteco que ha estado en erupción desde el domingo. Sin embargo, podíamos oírlo rugir sobre las nubes.
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Unas horas antes, en la calle del observatorio de Panimache, vimos algunas explosiones volcánicas: fumarolas pequeñas de ceniza que me parecieron espectaculares porque era novata, aunque no son inusuales para este volcán. Pero ahora, en el fondo de la barranca, el paisaje nos recordaba lo diferentes que podían ser las cosas aquí: caminábamos sobre capa tras capa de ceniza consolidada que había llegado hasta aquí abajo, a varios kilómetros de la cima, durante una erupción mucho mayor que la que acabábamos de ver desde el observatorio.
nullMe sentía nerviosa mientras trabajaba, sabiendo que si ocurría una grande —y con este volcán, uno de los más activos de Latinoamérica, podía ser en cualquier momento— nos habría hallado en una vía preferente, una que la ceniza ya ha seguido muchas veces. Unas horas después subimos a salvo y con montones de muestras. Me sentí muy afortunada de que no nos hubiera atrapado una gran erupción allí.
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Pero en este momento, las cosas son muy distintas.
Al momento de escribir esta columna, al menos 75 personas han muerto desde que el volcán de Fuego empezó a hacer erupción hace unos días; la cifra puede aumentar porque la erupción continúa. En contraste, el Kilauea , el otro volcán que ha capturado nuestra atención con la lenta y constante devastación de su flujo de lava , no ha cobrado una sola vida en el mes que ha pasado desde que empezó a hacer erupción en la Isla Grande de Hawai. Lo más probable es eso no cambie. ¿Por qué?
Las dos grandes erupciones de las que estamos siendo testigos, en Guatemala y en Hawai, son profundamente diferentes. No es sorprendente que las erupciones de los volcanes no sean iguales. Algunas, como la del Kilauea, producen lava. Otras, como la del volcán de Fuego, producen ceniza. ¿Cuál es la diferencia entre la lava y la ceniza? La lava, básicamente, se compone de un poco de gas y mucha roca parcialmente fundida; la ceniza se compone de una parte relativamente pequeña de roca sólida y mucho gas caliente.
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Mientras que la lava se mueve lentamente y destruye la infraestructura pero le da a la gente la oportunidad de escapar, el flujo de ceniza se mueve muy rápido, por lo que escapar es imposible.
Es complicado determinar el factor que provoca que un volcán entre en erupción efusiva (que produce lava) o explosiva (que produce ceniza) y el mismo volcán puede comportarse de forma diferente en momentos diferentes. Pero en el caso del Kilauea y el volcán de Fuego, la clave es, una vez más, el agua: hay muy poca en el Kilauea (lo suficiente para ayudar al magma fluido a subir a la superficie) y mucha en el volcán de Fuego, tanta que el magma más denso no puede subir al mismo ritmo. Escribí un poco al respecto en otro artículo .
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¿De dónde viene el agua del volcán de Fuego? El Fuego se sitúa en la placa del Caribe, en lo que los geólogos llaman una zona de subducción. En una zona de subducción , una placa tectónica —en este caso, la de Cocos— se desliza debajo de otra —en este caso, la del Caribe. Ahora, la placa subducente ha estado en el fondo del océano desde hace millones de años y ha absorbido mucha agua. Mientras se desliza bajo la placa del Caribe, la placa de Cocos se calienta; el agua se libera y provoca que la placa superior se derrita (así como la sal provoca que el hielo se derrita) y a final de cuentas termina en el magma recién formado.
Todo está bien mientras el magma se quede en las profundidades de la cámara magmática. Pero cuando asciende a la superficie, baja la presión a la que está sometida, el agua que contiene empieza a separarse del magma y forma burbujas que crecen cada vez más y se mueven cada vez más rápido, como cuando abres una botella de refresco. La roca derretida que la rodea no puede seguir el ritmo y se rompe (en vulcanología se dice que se fragmenta) en miles de millones de pedazos. Para cuando el magma llega a la chimenea, no sale lava brillante y fluida, sino ceniza sólida, fragmentos finos de roca sólida incandescente.
La erupción del Volcán de Fuego de Guatemala deja al menos 75 muertos
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Esa ceniza forma una columna eruptiva. Inicialmente, la columna de ceniza se eleva porque sale de la chimenea muy rápido, propulsada por la expansión del vapor de agua. En ese punto, se eleva porque está muy caliente y por lo tanto no es tan densa como la atmósfera circundante. Pero tarde o temprano pierde estabilidad y cae bajo su propio peso en una corriente de densidad piroclástica (CDP). Aquí es donde se vuelve letal.
La CDP es una mezcla caliente de ceniza y gas que se mueve a velocidades de hasta 700 kilómetros por hora. La mayoría de los CDP se separan en un flujo piroclástico y una oleada piroclástica poco después de formarse. El flujo piroclástico sigue la topografía y puede canalizarse por los valles preexistentes, profundizándolos a través de la erosión. Por otro lado, la oleada piroclástica puede pasar fácilmente sobre las laderas de los valles, las colinas y la infraestructura; se aleja del volcán en línea recta y nada puede detenerla, por lo que es aún más peligrosa.
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Las muchas barrancas del volcán de Fuego, que se proyectan hacia afuera desde su chimenea, son las cicatrices que ha dejado su propia actividad explosiva y nos recuerdan su potencial destructivo. Pensé en ese potencial hace mucho, cuando trabajaba en el fondo de la barranca en 2014, esperando que nunca tuviera que verlo desatado, como en esta erupción tan destructiva.
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