OPINIÓN: Theresa May está rodeada de enemigos acérrimos
Nota del editor: Jane Merrick es periodista política británica; fue editora de política del diario The Independent on Sunday. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) - Humillada en Europa, arrinconada en casa. Parece que Theresa May es la líder más solitaria del escenario mundial actual. A semanas de que la primera ministra británica se vea obligada a llegar a un acuerdo respecto al Brexit, hay pocos indicios de avances inminentes.
Los líderes de la Unión Europea rechazaron su plan para la salida de Reino Unido de la Unión Europea, conocido como el Plan de Chequers, en una cumbre desastrosa celebrada en Salzburgo, Austria, a mediados de septiembre. En consecuencia, está sitiada por sus oponentes en casa y por su idea de cómo debería ser el Brexit.
Si May estuviera buscando un escape del estancamiento político en Westminster, no le faltarían alternativas al Plan de Chequers. Tanto los legisladores conservadores que favorecen el Brexit (quienes dicen que permite que la Unión Europea mantenga un fuerte control sobre Reino Unido) como los líderes y negociadores de la Unión Europea (quienes consideran que Reino Unido está escogiendo los beneficios de pertenecer a la unión sin pagar el precio) se oponen al plan.
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La primera ministra tiene poca autoridad sobre su gabinete y no tiene mayoría en el Parlamento. El Plan de Chequers quedó en ridículo en Salzburgo gracias a las críticas de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, y de Emmanuel Macron, presidente de Francia, entre otros.
Sin embargo, la carta más fuerte de la primera ministra es que no hay consenso entre sus opositores en el Partido Conservador, en el Parlamento británico, ni entre los líderes europeos. La intransigencia de May en lo que respecta al Plan de Chequers causa frustración, tanto entre sus aliados como entre sus enemigos; sin embargo, parece que no cederá.
Como se está exigiendo un acuerdo entre Reino Unido y Bruselas para principios de noviembre, las cosas pasan rápido, necesariamente.
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Del lado firmemente pro-Brexit están los conservadores euroescépticos, como el exsecretario para el Brexit, David Davis, y el secretario del Exterior, Boris Johnson, quienes renunciaron al gabinete de May por el Plan de Chequers. Los conservadores euroescépticos han dado todo su apoyo a un plan que se presentó el lunes, en el que se propone un tratado de libre comercio entre Reino Unido y la Unión Europea que también permitiría que Reino Unido comercie libremente con otros países.
Se dice que más de la mitad de los miembros del gabinete están a favor de un acuerdo similar que tomaría como base el tratado de libre comercio de Canadá con la Unión Europea: casi todas las mercancías pagarían aranceles. Estos modelos cuentan con el apoyo de los partidarios del Brexit porque terminarían con el libre flujo de personas entre la Unión Europea y Reino Unido, una de las principales demandas de los políticos que quieren controlar la inmigración.
Por otro lado, una media docena de ministros del gabinete preferiría un acuerdo parecido al que tiene Noruega con la Unión Europea, según los reportes de la prensa británica.
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Una opción más suave que el plan actual de May sería que Reino Unido saliera de la Unión Europea pero se quedara en el Espacio Económico Europeo, con acceso al libre mercado… y, lo más importante, con la aceptación del libre tránsito.
El Partido Laborista, partido de oposición que celebrará su conferencia anual esta semana, también quiere que Reino Unido siga teniendo acceso al mercado único de la Unión Europea. Es probable que los laboristas también accedan a una política que (como último recurso) respalde un segundo referéndum respecto al acuerdo final con la Unión Europea. Pero eso solo ocurrirá si no se llevan a cabo las elecciones generales que los laboristas exigieron en caso de que May no logre que el Parlamento apruebe su plan para el Brexit.
En realidad, es más probable que haya un segundo referéndum —conocido como Voto del Pueblo— que unas elecciones generales. La diferencia de opiniones entre los legisladores implica que si se vota el acuerdo para el Brexit en noviembre, lo más probable es que se llegue a un callejón sin salida. Y aunque hubiera una segunda votación, la cuestión sigue siendo si en la boleta seguirá existiendo la opción de quedarse en la Unión Europea.
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Otro escenario que es cada vez más probable es que no se llegue a ningún acuerdo, que sería el resultado por defecto si el Plan de Chequers fracasa y May se niega a aceptar alguna alternativa.
Si no hay acuerdo, Reino Unido saldría estrepitosamente de la Unión Europea en marzo próximo y tendría que apegarse a las condiciones de la Organización Mundial de Comercio, con aranceles elevados. Este es el escenario que estremece a los mercados financieros y a las empresas británicas, pero es el escenario para el que se está preparando el gobierno de ese país.
El lunes, Downing Street insistió en que el Plan de Chequers no estaba muerto todavía y que pese a los reportes, el gabinete sigue comprometido con él.
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De acuerdo con May, ahora depende de la Unión Europea proponer un acuerdo luego de haber rechazado tajantemente la postura de Reino Unido en Salzburgo.
La primera ministra se reunirá con Guy Verhofstadt, negociador de la Unión Europea. Pero como está casada con el plan que sus oponentes odian, es poco probable que dé marcha atrás. Además, como sus todos enemigos están en desacuerdo en cuanto a lo que debe hacer, se puede entender que ella no crea que tenga que ceder.
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