OPINIÓN: EU está pagando un precio exorbitante por Trump
Nota del editor: Frida Ghitis, ex productora y corresponsal de CNN, escribe artículos de opinión sobre asuntos internacionales.Contribuye con frecuencia con CNN y The Washington Post y es columnista para World Politics Review. Síguela en Twitter como @FridaGhitis . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de la autora.
(CNN) - Después de " una cena maravillosa y muy cálida " con el presidente de China, Xi Jinping, el presidente Donald Trump lanzó una serie de tuits que exaltaban sus grandes logros. Los chinos, decía, habían acordado retirar un arancel del 40% a las importaciones de automóviles estadounidenses; pronto comenzarían a comprar productos agrícolas estadounidenses; aparentemente habían hecho grandes concesiones como parte de una pausa de 90 días en el aumento arancelario. Los mercados de valores prepararon sus motores para un gran salto, creyendo que la dañina guerra comercial de Trump llegaba a su fin.
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Pero a los pocos días quedó en evidencia un serio problema: China no confirmaba las alentadoras aseveraciones de Trump. Los inversores elevaron aún más el mercado el lunes. Pero el martes, la prensa china controlada por el Estado resaltaba que no había " ninguna confirmación de Beijing " sobre las afirmaciones de Trump, y los mercados de valores se vino en picada. El Dow cayó unos 799 puntos.
Al día siguiente, China finalmente expresó optimismo sobre las charlas comerciales (sin confirmar ninguna de las declaraciones específicas de Trump) pero para entonces el mercado había enviado dos claros mensajes.
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Primero, quizás las mentiras, exageraciones y alardes sobre sí mismo de Trump no molesten a sus seguidores más leales, pero el resto del mundo entiende que ya el presidente no está en los días de la campaña electoral, cuando popularizó el lema "Hagamos grande a Estados Unidos de nuevo". Todos observan que gran parte del tiempo no es posible creerle al presidente de Estados Unidos.
Segundo, esta pérdida de credibilidad no solo afecta a Donald Trump y a sus asistentes más cercanos, que fielmente apoyan sus falsedades, dañando su propia reputación. En última instancia afecta a la nación entera.
La práctica crónica del Presidente de decir y hacer lo que él piensa que es bueno para él hace que su país no sea tan confiable para sus aliados, que esté en una peor situación fiscal y que sea menos respetado en el mundo. Estados Unidos y su gente ya están pagando los costos, que se siguen acumulando.
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Puede ser reconfortante creer que una vez que termine la era de Trump -sea como sea- Estados Unidos regresará a cierta normalidad pre Trump; que los aliados de Estados Unidos confiaran nuevamente en Washington y que las amistades continuarán como si el caos de Trump no hubiera ocurrido; que el mundo una vez más creerá lo que algunos creyeron: que Estados Unidos es "la república democrática más grande que Dios ha puesto sobre la faz de la tierra", como lo dijo el ex primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, durante la despedida a George H. W. Bush ; que buscarán nuevamente inspiración en Estados Unidos sobre derechos humanos, prensa libre, diversidad e igualdad. Pero no deberíamos esperar un retorno automático al status quo pretrumpiano en muchos frentes.
En primer lugar, Trump dejará la casa fiscal de Estados Unidos sobre cimientos rechinantes. Después del recorte fiscal del año pasado, la Oficina no partidaria de Presupuesto del Congreso dice que el déficit presupuestario anual llegará a la abrumadora suma de 1,000 millones de dólares en 2020, con la explosión de la deuda nacional.
Trump puede haber simulado interesarse por este tema antes de ser presidente, pero el Daily Beast recientemente reportó que cuando los asistentes intentaron mostrarle a Trump el pico de deuda, con forma de palo de hockey, que comienza a subir lentamente y luego se dispara verticalmente, él observó que la peor parte llegará después de su presidencia. "Sí", dijo, según una fuente citada por el Daily Beast, "pero yo no estaré aquí".
Puede que sea terrible para el país, pero no necesariamente para Trump.
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El país deberá lidiar con las consecuencias de la gestión fiscal irresponsable después de que Trump y sus propiciadores se hayan ido, al igual que deberá curar las laceraciones que él le ocasiona a las alianzas diplomáticas de Estados Unidos.
Trump tiene el indecoroso hábito de regodearse cuando los aliados democráticos de Estados Unidos atraviesan dificultades. Puedo garantizarle que está tomando nota. Cuando el presidente de Francia, Emmanuel Macron, está bajo presión por las masivas manifestaciones en las calles, Trump aprovecha la oportunidad para jactarse de que las protestas demuestran que tiene razón al oponerse a los esfuerzos de desacelerar el cambio climático. También republica un tuit que falsamente afirma que los manifestantes en Francia cantaban: "Queremos a Trump". Los medios franceses se apresuraron a señalar que no habían escuchado esos cánticos en Francia.
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Trump no solo se regodea en los problemas de los líderes aliados, también los ha denigrado en tiempos difíciles. Esto es lo contrario de lo que haría un amigo leal.
Cuando Trump deje la Casa Blanca no será fácil recuperar la confianza de los aliados cercanos de Estados Unidos, como si nada hubiese pasado. Ya están hablando de aprender a vivir sin la protección de Estados Unidos en materia de seguridad. Esto puede sonar como un alivio para algunos en Estados Unidos, pero, de hecho, debilita al país. Estados Unidos no será tan fuerte si ya no es un líder confiable de un poderoso bloque democrático.
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Cuando Trump pareció proteger al príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman, después de que agentes saudíes asesinaran al periodista Jamal Khashoggi, lo hizo de un modo característicamente engañoso, sin sentido, que podría decirse que empeoraba la situación del acorralado príncipe heredero. Al declarar los extravagantes beneficios laborales de un acuerdo de armas, y dudando de los hallazgos de la inteligencia de Estados Unidos, no solo concitó mayor atención al caso. También desacreditó al príncipe y se desacreditó a sí mismo.
No sabemos por cuánto tiempo más Donald Trump será presidente. Podría permanecer en la Casa Blanca dos años más, quizás postularse y ganar un segundo periodo, o su presidencia podría cortarse en seco por la multitud de escándalos que ha engendrado. Lo que sabemos es que reparar el daño que sigue causando no será fácil ni rápido.
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