OPINIÓN: Políticas económicas expansivas, ¿una solución correcta?
Nota del editor: Francisco Coll Morales es Director de Desarrollo Global y Alianzas Estratégicas de HAC L&M School. Economista y Analista económico para el Foro Económico Mundial, Forbes, Huffpost, Economipedia, entre otros. Analista de Mercados en el NASDAQ en Nueva York. Top 10 Blogger mas influyentes en “Economía y Negocios” de España por el periódico 20Minutos. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) - Mucho se habla sobre las políticas económicas expansivas. En los últimos años algunos países han experimentado un enorme aumento de su deuda nacional, hecho que también incrementó el agujero de la deuda global, que ya llegó al 310% del PIB mundial y que amenaza con la inestabilidad económica.
Los problemas de deuda pública y el gran agujero existente suponen uno de los grandes inconvenientes a los que se enfrenta la economía global
A pesar de lo anterior, muchas naciones siguen apostando por estrategias de política económica expansiva basadas en el aumento de la deuda pública y que se asientan, a grosso modo, en el incremento del endeudamiento público. Este último factor, lejos de reducirlo, se aboga por continuar incrementándolo.
Las políticas económicas expansivas -en un momento como el que atraviesa la economía actualmente- suponen un elevado riesgo. La incertidumbre se ha apoderado del futuro que nos depara y este exceso de deuda global, para algunos países en particular, supone una mayor vulnerabilidad de refinanciación en caso de futuros shocks y recesiones.
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Hablo de tensiones que alientan una próxima desaceleración económica y que únicamente dañan el ecosistema y siembran duda e incertidumbre sobre la economía. Pese a ello, las políticas económicas expansivas siguen siendo un tema candente en los gobiernos, pues para muchos es la solución a economías paralizadas.
En los últimos años hemos visto como la economía mundial ha crecido a ritmos moderadamente más elevados que en otros momentos históricos. Como indicaron el Fondo Monetario Internacional (FMI) e instituciones de la talla de Morgan Stanley, los ritmos de crecimiento para el nuevo año podrían comprenderse en torno al 3% y el 3.5-3.9% en el mejor de los casos.
El propio FMI ya hizo reajustes a la baja sobre las perspectivas, incluyendo en ellas el contexto económico, los escenarios de desentendimiento y las tensiones entre algunos países. Esto ha llevado a que estas cifras de crecimiento tengan que ser moderadas, pues los sensacionalismos políticos y su compleja solución han provocado que estas previsiones sean inferiores.
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Para muchos organismos globales, las estrategias de aplicación de políticas económicas expansivas bajo el engrosamiento de la deuda para la reactivación de las economías suponen un nuevo despilfarro de fondos públicos que alejarían a los países de los planes pactados para la correcta consecución de los objetivos óptimos planteados.
Ante el incremento en el agujero de deuda global y si se produce una nueva desaceleración económica, aquellos países con elevados niveles de deuda podrían verse más vulnerables con la necesidad de una nueva financiación y la aplicación de estímulos a sus economías. Esta fragilidad podría dejar atados de manos a muchos gobiernos, ante la imposibilidad de realizar una actuación que contrarreste la nueva desaceleración.
Como bien indica el FMI, los problemas de deuda pública y el gran agujero existente supone uno de los grandes inconvenientes a los que se enfrenta la economía global. Desde el organismo, como he hecho en diversas ocasiones, se invita a utilizar el crecimiento que experimenta la economía para llevar a cabo planes y propuestas de reajuste de deuda cada vez más agresivas y ambiciosas que las anteriores.
De no producirse estos reajustes estaríamos ante grandes problemas en materia económica, mismos que podrían poner al crecimiento y estabilidad económica global en peligro. Además el engrosamiento de esta deuda, sumado a las incertidumbres, atraería nuevas recesiones para el mundo que acabarían con el prometedor futuro que se depara.
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