OPINIÓN: 2019, entre la inercia y el cambio
Nota del editor: José Luis de la Cruz Gallegos es Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – Ha transcurrido el primer mes de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Con ello se conocieron sus primeras directrices oficiales. Algunas fueron consistentes con sus compromisos de campaña, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la disminución en el monto de las remuneraciones que percibe los funcionarios de mayor nivel en el Poder Ejecutivo.
Otras disposiciones fueron en un sentido distinto al esgrimido durante años, como la continuidad del Ejército en tareas de seguridad pública. Sin lugar a duda que conocer la situación concreta en la que vive una parte de país motivó el cambio en la estrategia del presidente López Obrador.
OPINIÓN. 2019: ¿qué le espera a México en el primer año del nuevo gobierno?
En materia económica el mensaje fue claro: preservar los elementos básicos de la estabilidad macroeconómica. Primero se tuvo que contener la posibilidad de enfrentar las demandas derivadas por la cancelación del aeropuerto y evitar que ello generará una percepción negativa por parte de las calificadoras financieras internacionales, un hecho que por sí solo habría provocado un incremento en el riesgo-país.
Al mismo tiempo se presentó el primer presupuesto de la administración, un primer rediseño en materia de gasto público cimentado en una prospectiva de crecimiento moderado (centrado en 2%). En la parte de ingresos se tuvieron algunos cambios modestos que en realidad solo son el preámbulo de la lógica que tendrá la reforma fiscal que se anunció para mediados del sexenio.
¿Cuál fue el resultado de lo anterior? Los mercados financieros otorgaron una tregua, se contuvo la volatilidad en el flujo de capitales y con ello la depreciación del peso. Al final, la valoración positiva de los grupos financieros superó algunas de las críticas que se habían generado por las correcciones que se tuvieron que realizar al proyecto de presupuesto para el 2019.
OPINIÓN: Entre las elevadas expectativas y la realidad del nuevo gobierno
En función de ello, y del complejo entorno internacional que se espera se debe plantear, ¿cómo será la evolución de la economía mexicana?
La mayor parte de los pronósticos vislumbran un PIB que crecerá entre 1.4% y 2%, por debajo del promedio de los últimos 20 años. El propio Banco de México lo ha refrendado al igual que una proyección de inflación que se encontrará arriba de su objetivo de política monetaria. La herencia de una inercia inflacionaria fue provocada por las decisiones de política fiscal tomadas hace tres años y alcanzó a la nueva administración.
Además, existe una situación que deberá evaluarse con detalle: la precariedad de la inversión. México tiene montos de inversión pública en niveles históricamente bajos, un error de política económica instrumentado hace décadas y que tenía al Estado como un espectador.
Si bien el nuevo presupuesto canalizó más inversión a Pemex, CFE y los proyectos estratégicos del gobierno, en 2019 no se revertirá la situación que vive la infraestructura nacional.
OPINIÓN: Las difíciles tareas de López Obrador
Además, se tiene la baja confianza en lo que se refiere si es el “mejor momento para invertir”. Desde hace más de un sexenio, las encuestas empresariales del INEGI muestran que la valoración no es favorable.
¿El problema? No es un secreto, el crecimiento económico depende de la inversión y esta de confiar: más del 85% de la inversión total depende del sector privado. El valor agregado depende de menos de 5,000 empresas, son las grandes y medianas.
OPINIÓN: ¿Qué le espera a la economía mexicana en 2019?
El resto es parte importante de los flujos económicos y la formación de empleo, se les debe formalizar y llevar hacia procesos generadores de mayor valor agregado.
2019 constituye un año en donde México se debatirá entre cambios e inercias. La visión del gobierno es preservar la estabilidad macroeconómica al mismo tiempo que mejora las condiciones sociales de los segmentos de la población marginada.
OPINIÓN: Presupuesto responsable, pero con mayor gasto asistencial
No obstante, la nación también requiere de propiciar un crecimiento del PIB superior. El reto no es menor, durante toda la pasada administración se trabajó en fortalecer las condiciones de estabilización, el resultado fue la polarización de la economía: los sectores y regiones más prósperas continuaron desarrollando sus capacidades en tanto las rezagadas permanecieron en dicha situación.
Solamente la formación y consolidación de empresas puede revertir lo descrito. El 2019 pondrá a prueba la estrategia del gobierno: mayor equidad social en función de una prospectiva para el PIB de 2%.
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