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OPINIÓN: 2019, año crucial para un gobierno sostenible

Si como sociedad organizada no exigimos algo distinto al nuevo gobierno simplemente tendremos una nueva cara del desarrollo mal entendido, comenta Juan Pablo Mayorga.
lun 24 diciembre 2018 09:00 AM

Nota del editor: Juan Mayorga es periodista especializado en asuntos ambientales, principalmente cambio climático, transición energética y desarrollo urbano sustentable. Es maestro en Public Management y GeoGovernance por la Universidad de Potsdam, Alemania, colaborador de medios nacionales e internacionales. Síguelo en Twitter como @JuanPMayorga. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(Expansión) - Por desgracia el sector ambiental es de los eternos temas marginados en cualquier gobierno. La primacía siembre se encuentra en la economía, el desarrollo, la competitividad y la creación de empleos bajo la falsa creencia de que el ambiente no tiene que ver con estos aspectos.

La lógica extractivista y productivista de la cuarta transformación se traducirá invariablemente en una mayor presión a los recursos naturales
Juan Pablo Mayorga

Si el sexenio que termina tuvo un discurso de “mover a México” con aperturas, liberalizaciones e inversión privada, la llamada “cuarta transformación” cambia solo de acento -nada sustancial- en cuanto a medio ambiente: el nuevo vocabulario nos habla de autosuficiencia, soberanía (energética o alimentaria) e inversión pública, todos términos descontextualizados de los sistemas terrestres que los hacen posibles.

Mi reclamo más antiguo hacia Andrés Manuel López Obrador y a su movimiento es que no ha puesto sobre la mesa términos actuales y urgentes, como la acción climática, la transición energética, los costos ambientales o el desarrollo sostenible.

La lógica extractivista y productivista de la “cuarta transformación” se traducirá invariablemente en una mayor presión a nuestros recursos naturales, desde los manglares y selvas tropicales devastadas para la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, hasta la interferencia con el despliegue de las energías eólica y solar.

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OPINIÓN: Ahora construyamos el Lago de Texcoco

Si como sociedad organizada no exigimos algo distinto al nuevo gobierno simplemente tendremos una nueva cara del desarrollo mal entendido, con consecuencias similares a las que hemos visto hasta ahora. Aquí mis expectativas para el próximo año por sector:

Infraestructura

Además de estar plagado de ocurrencias y de ignorar requerimientos técnicos básicos operativos o financieros, anuncios como el aeropuerto en Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya carecen de información mínima para conocer su impacto ambiental.

Si cambiar el aeropuerto a Santa Lucía evitaba la eliminación del Lago de Texcoco, no hay nada ambiental que intercambiar en la propuesta de un Tren Maya. Aunque este se construya sobre un derecho de vía existente puede comprometer áreas naturales protegidas, ecosistemas medianamente bien conservados y mantos acuíferos bajo los delicados suelos de la península de Yucatán. Además de generar un desarrollo urbano anárquico, que se ha advertido como una nueva “cancunización”.

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¿Y para qué? ¿Estamos seguros que es el desarrollo que quieren los pueblos de la zona y que no va a ser un derroche de capital natural? Precisamente para eso son las evaluaciones de impacto ambiental y social, no son simples trámites ni formalismos.

Solo en el caso del Istmo de Tehuantepec las comunidades locales han levantado barricadas por proyectos como los parques eólicos, señalando las fugas de aceite, la muerte de aves en las aspas de los generadores y la desviación de mantos freáticos por la cimentación de las torres. ¿Cómo esperamos entonces que reaccionen cuando les digamos que va a transitar por sus tierras una vía que competirá con el Canal de Panamá para comunicar Asia con la costa este de Estados Unidos?

Energía

En plena era de urgencia contra el cambio climático y en un país donde la energía eólica se ha posicionado como la más barata del mercado, la masiva intervención estatal para rescatar Pemex y la producción petrolera puede ser leída como un absurdo “make oil great again”, un anacronismo de quien se formó bajo la visión de administrar la abundancia petrolera.

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Es cierto que, aunque México alcanzara sus metas de energías renovables mañana mismo, aún depende de los fósiles para la mayor parte de su consumo energético. Por eso, bajo la óptica de la autosuficiencia, tiene sentido invertir en fósiles.

Lo que no tiene sentido es reforzar ideas falaces y obsoletas como que el petróleo es un derecho humano, cuando los subsidios a la gasolina en realidad favorecen más a los menos pobres, mientas que sus externalidades (contaminación del aire) las compartimos todos. No se vale hacer creer que el cambio climático es un tema solo de países ricos, cuando los cambios en los patrones de lluvias ya castigan la agricultura en el país.

Tampoco tiene sentido ignorar las herramientas de mercado tanto para eficientar el servicio (generación, transmisión y distribución) como para desincentivar el uso de recursos probadamente ineficiente. Por esto y mucho más, energía será el gran tema ambiental de este sexenio.

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Conservación

Resulta esperanzador tener como principal encargada de la política ambiental en el país a Josefa González Blanco (la nueva titular de Semarnat), una conservacionista experimentada que tiene en su haber un programa exitoso de repoblamiento de la guacamaya roja en Chiapas. Cuenta con un enfoque muy distinto al del sexenio pasado, cuando la dependencia fue liderada por un ingeniero industrial cuyas credenciales eran una diputación plurinominal por el Partido Verde y una gerencia en BMW.

Sin embargo, de nada servirá el perfil de González Blanco si no hace valer el peso específico de su sector y se pliega ante las demandas de sus jefes y colaboradores en Presidencia, la Secretaría de Economía, la Secretaría de Energía o la Ssecretaría de Comunicaciones y Transportes. Ya en el sexenio anterior vimos en la inminente extinción de la vaquita marina lo que valen las recomendaciones de Semarnat cuando no puede ejercer su autoridad ni siquiera sobre las políticas de producción pesquera de Sagarpa.

Este riesgo es más evidente si se considera el liderazgo arrollador de AMLO en su movimiento. Como ejemplo está lo que ocurrió durante su administración en la CDMX, cuando Claudia Sheinbaum, una investigadora del cambio climático, consintió desde la secretaría del medio ambiente local la construcción de los segundos pisos. Fue una medida antipopular y contraambiental que continuamos pagando hasta nuestros días.

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Por el momento, una buena señal es la llegada a la Profepa de Blanca Alicia Mendoza Vera, una técnica de casa que ofrece “un nuevo comienzo con continuidad” y trabajo coordinado con Semarnat. Si se combina la experiencia con el enfoque de un estado regulador fuerte (no minado por la austeridad republicana), podría por fin materializarse una procuración ambiental efectiva.

Alimentación

Esta parece ser el área de oportunidad natural para el nuevo gobierno, simplemente por el potencial desaprovechado del campo mexicano como mitigador de pobreza y resorte para la conservación ecológica.

La primera buena señal llega del nombramiento de Víctor Villalobos como titular de la nueva Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sedar), que no sólo es el primer agrónomo en más de tres décadas dentro de lo que conocíamos como Sagarpa, sino que también cuenta con amplia experiencia dentro y fuera del país en asuntos de la tierra.

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Sostuve una larga entrevista con Villalobos en agosto pasado y me sorprendió escuchar de él medidas de agroecología, agricultura de conservación, renovación de los servicios de extensión, créditos y precios de garantía. Tiene el potencial para ser una afortunada combinación tanto de producción en áreas abandonadas como creación de oportunidades de trabajo y desarrollo para poblaciones ignoradas por las medidas de mercado.

Incluso el plan de reforestación con árboles frutales resulta prometedor. En un país con más de la mitad de sus suelos bajo degradación severa o extrema, reforestar es algo urgente para mejorar la captación de agua, conservar productividad agrícola, conservar biodiversidad, disminuir emisiones y crear oportunidades económicas.

El riesgo en esta agenda podría ser que la redistribución de subsidios haga colapsar a negocios que han logrado convertir a México en un agroexportador exitoso. Otro riesgo es que los precios de garantía terminen como incentivos para la improductividad o instrumentos de cooptación política, lo cual ha pasado ya muchas veces.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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