OPINIÓN: El nuevo gobierno debe invertir en sistematizar todas sus operaciones
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) - Cuando algunas voces dicen que el nuevo gobierno no tiene idea de lo que hace, están faltando a la verdad. Ninguna administración entrante ha gobernado, por lo tanto, hay una curva de aprendizaje que todos tienen que cumplir.
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Aunque, hay que mencionar, que este gobierno venía preparándose desde el día posterior a la elección, por lo que el periodo de prueba y error tiene que ser más corto para ellos.
El gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mostrado ánimo por realizar cambios que otras administraciones no se atrevieron a tocar, ya sea por negligencia o por complicidad. Sin embargo, el problema que enfrentan todos los gobiernos no es la curva de aprendizaje, sino la forma de trabajo y la ejecución de acciones.
En una columna anterior, mencioné que este gobierno sería el sexenio de los proyectos. Con todas las promesas y planes que tiene el presidente es indispensable ejecutar cientos de proyectos, tanto de investigación, como de evaluación y de implementación; de lo contrario, se corre el riesgo de fallar en la ejecución e incumplir los objetivos planteados en la campaña.
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Sin embargo, existe una limitante. En México no se trabaja la planificación y los sistemas de trabajo se usan poco. Salvo las empresas multinacionales de gran escala, en general, se suele trabajar con el tiempo encima y con una pobre sistematización que ayude a amortiguar y a predecir los ciclos de los proyectos.
Algunas voces claman que al nuevo gobierno le falta estrategia. Pero no es así. La estrategia es algo diferente. Antes de la ejecución de una estrategia se debe generar un sistema para que esta funcione y pueda replicarse y escalarse. La estrategia no se planea en una junta, sino durante largo tiempo, y se decide, cuando se cuenta con los sistemas y con la información que la respalden.
Este es el caso del combate al huachicoleo, que es sin duda, una medida que muchos apoyamos. Sin embargo, en el largo plazo, el combate al robo de gasolina necesitará un sistema de trabajo y de conocimiento eficaces para evitar las pérdidas económicas. El aprendizaje que se logró en esta primera etapa es clave para crear un sistema eficiente para el futuro. El primer paso está dado.
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La oportunidad para el nuevo gobierno
El gran problema con todos los gobiernos es que están llenos de políticos con poca vocación por el verdadero trabajo y que carecen de una línea de acción de alto desempeño en sus proyectos. Generalmente, los políticos deciden unilateralmente, a la luz de sus propios intereses y siempre, con el tiempo encima. Por ello, es bien conocido que el gobierno es un mal administrador. Los horarios en las dependencias de gobierno son de sol a sol. Y no es por ser muy trabajadores, sino porque administran mal sus recursos.
Además, los “grandes acuerdos políticos” son consensos que no son socialmente óptimos. Una empresa privada de gran escala no se dirige con acalorados debates sino por una simple regla: la maximización de las utilidades. La reforma energética es un buen ejemplo; se construyó con base en consensos y aplausos; sin embargo, no ha sido socialmente óptima porque ha generado costos y externalidades que todos estamos pagando.
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El combate al robo de gasolina es una medida plausible y era impostergable, pero mostró las debilidades de las áreas de sistemas, de planeación y operación, así como del liderazgo de quienes directamente manejan el sector. En nuestro análisis de riesgos políticos y económicos para la nueva administración, describimos que una de las áreas más débiles en este gobierno es, precisamente, energía (principalmente hidrocarburos). Hay otras más, por lo que no dudo que el presidente hará cambios de mandos en un futuro.
En el caso de Pemex, no está mal que el ejecutivo federal tome la iniciativa directa sobre las decisiones de la empresa en el muy corto plazo. Sin embargo, este modelo de gestión no es sostenible. En mi investigación del año 2006 concluí que la salida institucional para Pemex comienza por democratizar al sindicato. Finalmente, parece que esto está cerca de ocurrir con un sindicato disidente, que necesariamente deberá controlar el próximo contrato colectivo para quitarle el poder (sobre los trabajadores) al líder actual.
¿Qué podemos esperar?
El gobierno del presidente López Obrador se lanzó fuerte en estos primeros 50 días en temas que generaron sensibilidad. Sin embargo, falta que la opinión pública vea las fortalezas que considero tiene el nuevo gobierno. Aún tenemos que ver resultados de las secretarías de hacienda (al menos, en el área del gasto), turismo, desarrollo social y posiblemente, agricultura.
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En cualquier caso, mi recomendación para el nuevo gobierno es que invierta en sistematizar todas sus operaciones, incluyendo la comunicación. Es fácil ver que algunas cadenas de mando tienen problemas y se notan desorientadas. Sin embargo, esto se resuelve estandarizando la operación de toda la administración pública. El asunto de las gasolinas fue una gran lección que puede usarse en futuros proyectos.
El gobierno se puede beneficiar analizando a la iniciativa privada de otros países desarrollados; se sorprenderán con el aprendizaje que pueden obtener.
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