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OPINIÓN: ¿Qué le hace falta a la estrategia de AMLO contra el 'huachicol'?

El actual gobierno federal debe entender las nuevas dinámicas criminales por las que atraviesa el país, un análisis de Helden De Paz Mancera.
mar 29 enero 2019 12:08 PM

Nota del editor: Helden De Paz Mancera es consultora en temas de seguridad. Tiene una maestría en Combate a la Delincuencia Organizada y Terrorismo por la University College London. También es licenciada en Relaciones Internacionales por el Tecnológico Monterrey. Síguela en Twitter como @hldpm. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(Expansión) - Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un programa social para combatir el robo de combustible. Los apoyos económicos, la compra de pipas y el cierre de ductos han sido “soluciones” explosivas para hacer frente a un fenómeno delictivo, aunque es evidente la falta de entendimiento del gobierno federal sobre la complejidad de este delito. La tragedia en Tlahuelilpan, Hidalgo puso en relieve no solo un tema de seguridad, sino también de salud pública e impacto ambiental.

Cuando hablamos de delincuencia es necesario que López Obrador no repita el error en ser meramente reactivo y poco visionario como lo hicieron las administraciones pasadas
Helden De Paz Mancera

Si algo se demostró fue la letalidad del robo de combustible, pero poco se ha hablado de aquellas personas que están frecuentemente en contacto con químicos abrasivos y que presentan daños severos en su salud. Existe un alto riesgo para sufrir intoxicaciones, pérdida de olfato o vista, así como enfermedades cutáneas y respiratorias. De hecho, durante el desabasto, en redes sociales circularon consejos para extremar precauciones con los bidones de combustible, con el fin de evitar explosiones.

En lo que se refiere al tema ambiental, considero que las autoridades especializadas -la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Agencia de Seguridad Ambiental (ASEA)- podrían tener un rol más activo, pues poco se conoce sobre el nivel de contaminación del aire o de los mantos acuíferos cada vez que ocurre una fuga de combustible o explosión de una toma clandestina. Para mi sorpresa, ni el tema de salud pública ni el de impacto ambiental forman parte del “plan contra huachicoleo”.

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Ahora bien, analizando el tema desde una perspectiva de seguridad, es conveniente explicar que en México el robo de combustible ocurre en las Terminales de Almacenamiento (TARs), a través de la ordeña de ductos, y en los medios de transportación terrestre o marítima como pipas y barcos.

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto la violencia asociada al robo de combustible aumentó significativamente. De hecho, la situación actual en Guanajuato se puede entender por la disputa que tienen los grupos delictivos para controlar el territorio. No hay que olvidar que en Salamanca se encuentra la refinería Ingeniero Antonio M. Amor, una de las más importantes del país.

Asimismo, hay que entender que los “huachicoleros” tienen múltiples identidades, por ejemplo, están involucradas diferentes tipos de células delictivas como el Cártel Santa Rosa de Lima y el de Jalisco Nueva Generación. El primero mantiene una presencia exclusiva en Guanajuato, mientras que el otro mantiene operaciones en diferentes regiones del país.

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Eso no es todo, empresarios y funcionarios –particularmente en Pemex- también han participado en este delito. La cereza del pastel es el apoyo que han brindado las comunidades, como ocurrió en abril de 2018 cuando los pobladores de San Martín Texmelucan, Puebla, corrieron al Ejército en protesta por un operativo “antihuachicol”.

El “huachicol” no se soluciona distribuyendo combustible en pipas compradas en Estados Unidos, cerrando ductos, con becas o con tandas. Los delincuentes son seres racionales que siempre buscarán expandir sus actividades y fuentes de financiamiento. Algunos comenzaron en el narcotráfico, pero al ser una actividad perseguida por las autoridades se movieron al robo de gasolina y diésel; incluso han incursionado en el robo de gas natural y gas LP. En septiembre de 2018 se dio una gran movilización en diversas colonias de la ciudad de Puebla debido a una perforación de gas realizada por “huachicoleros”.

El actual gobierno federal debe entender las nuevas dinámicas criminales por las que atraviesa México. Hoy en día nos enfrentamos a una delincuencia organizada que no sólo se dedica al narcotráfico sino que busca incursionar en nuevas actividades y expandir sus redes de poder. Actualmente existen otros delitos, como el robo a transporte de carga, de material radiactivo o de farmacéuticos, los que están generando grandes ganancias pero a la vez grandes pérdidas en el país.

Cuando hablamos de delincuencia es necesario que López Obrador no repita el error en ser meramente reactivo y poco visionario como lo hicieron las administraciones pasadas. Aún se está a tiempo de pensar en cómo mitigar los nuevos delitos antes de que sea demasiado tarde. Ojalá el presidente no pase a la historia por su guerra contra el “huachicol” como lo hizo Calderón con su guerra contra las drogas.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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