OPINIÓN. La elección para el 2020: los hechos o las fantasías de Trump
Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press); escribió, junto con Peter Eisner, el libro The Shadow President: The Truth About Mike Pence. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Quien haya dudado que las elecciones de 2020 consistirían en elegir entre un político que cree en los hechos y un presidente en funciones cuya moneda de cambio son las distorsiones, ahora conoce la verdad, al menos sobre uno de los candidatos para 2020.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no cambiará el curso hacia la verdad. ¿Por qué? Porque Trump no ha cambiado ni cambiará; tampoco cambiará su estilo engañoso de liderazgo .
Para prueba basta considerar que mientras se preparaba para viajar a su cumbre en Vietnam con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, Trump declaró falsamente que su hija Ivanka había creado "millones de empleos" y tuiteó que habían "echado" del Senado al exlíder de la mayoría demócrata de esa Cámara, Harry Reid.
Como para demostrar que pertenecen al equipo de Trump, tanto el secretario de Estado como la secretaria de Prensa dieron esta semana respuestas independientes pero igualmente engañosas a preguntas serias.
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El 24 de febrero, el secretario de Estado, Mike Pompeo, que ahora está en Vietnam con Trump, negó que Trump hubiera dicho: "Ya no hay amenaza nuclear de parte de Corea del Norte". En respuesta a las preguntas de Jake Tapper, de CNN , Pompeo declaró: "Eso no fue lo que dijo". Fue exactamente lo que Trump dijo en Twitter, pero este hecho resultó incómodo para Pompeo porque sabía que esa declaración era falsa.
Entonces, Pompeo respondió así : "…lo que dijo fue que los esfuerzos que se hicieron en Singapur, este compromiso del presidente Kim, podrían haber reducido sustancialmente el riesgo para el pueblo estadounidense. Es la misión del secretario de Estado y del presidente de Estados Unidos mantener a salvo al pueblo estadounidense. Estamos dispuestos a lograrlo".
El problema es que Trump nunca quiso decir eso y como lo demostró la gimnasia verbal de Pompeo, no se puede presentar ningún argumento coherente para contradecir lo que Trump dijo en Twitter. Sin embargo, el que un servidor público antes muy respetado quede reducido a hacer afirmaciones engañosas para proteger a su presidente refleja la peligrosa situación política en la que estamos.
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Claro que para el equipo del presidente ya es rutina refutar acusaciones, incluso cuando no pueden presentar pruebas concretas ni hechos que demuestren lo contrario.
Tomemos por ejemplo la respuesta categórica de la secretaria de Prensa, Sarah Sanders, a la nueva demanda en la que se afirma que Trump besó a la fuerza a Alva Johnson, una empleada de la campaña. Dados los comentarios de Trump en la infame cinta de Access Hollywood y las numerosas acusaciones de acoso sexual que hay en su contra (Trump las niega todas), una persona razonable procedería con cautela. Sanders dijo simplemente: "Eso nunca pasó" y agregó que varios testigos podrían desmentir las acusaciones. Sin embargo, no dijo quiénes eran esos testigos, así que solo nos queda preguntarnos quiénes son y si alguna vez hablarán.
Al igual que Pompeo, Sanders desplegó el estilo Trump más puro y afirmó audazmente algo que no está segura de que sea cierto, lo que afectó a su credibilidad. Esto no es nada nuevo para Sanders, que en el cargo se ha ganado críticas generalizadas, entre ellas un titular reciente en el diario británico The Guardian , en el que se refieren a ella como la "mentirosa suprema". Pese a todo, la audacia de su respuesta indica que en el camino hacia 2020, el equipo de Trump llegará muy lejos para mantener a Trump en la presidencia.
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Como facilitadora de Trump, parece que Sanders se vio jalada hacia su método, pero ella no está en igualdad con Trump. En sus distorsiones, Trump es automático, amplio y se siente perfectamente cómodo explotando a casi cualquier persona en aras de una afirmación útil.
El ejemplo puede ser la afirmación de todos los empleos que su hija supuestamente creó. Aunque a mediados del año pasado nombraran a Ivanka Trump copresidenta del Consejo Nacional para el Trabajador Estadounidense (que pide a las empresas estadounidenses que se comprometan a contratar mano de obra estadounidense), no es cierto que ello haya desembocado en la creación de millones de empleos. En el mejor de los casos, logró que las principales empresas se comprometieran a hacerlo. Que su padre atribuya la creación de empleos a su hija y suscite más escrutinio de un tema álgido no solo es engañoso, sino cruel.
Es probable que Ivanka Trump ni siquiera se haya inmutado. Ha vivido con la propensión de su padre al engaño toda su vida. Sin embargo, Estados Unidos apenas se está acostumbrando al método Trump. Desde hace siglos, el país ha estado al mando de hombres que, pese a sus tendencias partidistas, generalmente se adhirieron a los hechos. Esto significa que les dábamos el beneficio de la duda y desde que Trump asumió el cargo más alto, hemos sentido el deseo de dárselo también.
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Como se ha negado a cada momento a ser un presidente con los pies en la tierra, los más sensatos (el exasesor económico, Gary Cohn; el exsecretario de Defensa, James Mattis, y el exsecretario de Estado, Rex Tillerson) huyeron de la administración y dejaron solo a los facilitadores de Trump.
Trump y quienes siguen a su alrededor están ayudándonos a que decidir en 2020 sea más fácil. Quédate con Trump y sus mentiras o recházalas y apoya a alguien que crea en que los hechos son primero.
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