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¿Siempre tomamos decisiones razonadas cuando invertimos?

Se puede afirmar que los agentes conocen lo que es mejor para ellos, pero por un problema de autocontrol no actúan de forma acorde, dice Jorge Sánchez Tello.
lun 03 junio 2019 10:39 AM

(Expansión) - Durante muchos años se ha cuestionado si las personas somos totalmente racionales en nuestras decisiones. Uno de los campos más fecundos para la Economía Conductual es el área de las finanzas. ¿Qué nos enseñan las finanzas sobre el comportamiento humano al momento de invertir?

La industria de las finanzas ha sido un espacio privilegiado, dada la gran cantidad de datos disponibles para que diversas teorías económicas realicen predicciones, las sometan a prueba y aprecien, muchas veces, la aparición de resultados inexplicables o, incluso, contradictorios respecto de lo afirmado por las teorías tradicionales.

Una de las “verdades” asumidas sobre los mercados financieros se refiere a la predicción teórica de que las cotizaciones bursátiles deberían tener una evolución hasta cierto punto “impredecible” (ya que, de lo contrario, todos estaríamos invirtiendo en la Bolsa).

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Al respecto, existen estudios que muestran que luego de anuncios corporativos importantes por parte de las empresas, los precios de las acciones tienden a seguir un patrón similar, esto es, un salto inicial en el precio, seguido de una elevación algo más lenta durante casi un año. Los hallazgos empíricos en el campo de las finanzas son, en ocasiones, bastante elocuentes.

Por ejemplo, el exceso de confianza de los inversionistas. En teoría, se espera que los inversionistas racionales realicen contribuciones y retiros periódicos de sus portafolios de inversión, que traten de mantenerlos equilibrados en términos de rentabilidad y riesgo y que realicen algunas transacciones con fines tributarios.

Sin embargo, es difícil que estas legítimas necesidades del inversionista racional puedan justificar los altos volúmenes de transacciones registrados en las bolsas a lo largo del mundo.

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En algunos estudios se ha evaluado empíricamente la conducta de una muestra de 35,000 inversionistas de Estados Unidos y llegaron a la conclusión de que el volumen de transacciones era excesivo respecto de lo recomendable y que, como consecuencia de esta conducta, los agentes que realizaban más transacciones obtenían, por lo general, peores resultados que el promedio de mercado.

Es decir, estos hallazgos se atribuyen al exceso de confianza que, en este caso, consiste en la convicción por parte de un agente, de que la exactitud de su conocimiento respecto del valor de una acción es superior al que tiene el mercado y que se refleja en el precio corriente.

Se te dijo, si hubieras invertido en empresas de marihuana tendrías mucho dinero

Otro campo en el que la investigación de la Economía Conductual ha sido fructífera es el ahorro de los hogares. En efecto, la Teoría del Ciclo de Vida, ampliamente aceptada, propone que las personas ahorrarán durante los períodos más productivos de su vida y se endeudarán o consumirán sus ahorros durante los años de menores ingresos.
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Claramente, esta predicción no está respaldada empíricamente. Por el contrario, se aprecia que el consumo de las personas está estrechamente relacionado con su ingreso y que, en muchos casos, el consumo de los individuos cae drásticamente cuando pasan al retiro, simplemente porque no cuentan con ahorros suficientes para suavizar sus patrones de consumo.

Tan no somos siempre racionales, que un ejemplo fuera de las finanzas lo ilustra mucho mejor, el de la voluntad ilimitada, existen numerosos ejemplos de situaciones en las que se puede afirmar que los agentes conocen lo que es mejor para ellos, pero no optan de manera acorde por problemas de autocontrol.

Estas desviaciones ocurren en el caso de las adicciones, pero también en casos usualmente menos severos, como los malos hábitos alimenticios , el sedentarismo o la simple procrastinación (postergar para mañana lo que se podría hacer hoy).

Finalmente, el atributo del egoísmo ilimitado también es rebatible y pueden encontrarse innumerables ejemplos de comportamiento altruista, incluyendo el relativo éxito de muchas colectas nacionales y los voluntariados en organizaciones benéficas.

¿Qué prefieres? Desayunar unos buenos tamales que hacen engordar, o un buen plato de brocolí? Les aseguro que la mayoría prefiere los tamales. Así es nuestro comportamiento al momento de tomar decisiones no solo en el mundo financiero.

Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es Director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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