Empleados “tech” empoderados por temas sociales y el planeta

Los empleados pueden mejor que nadie desde adentro poner al descubierto hipocresías o contradicciones entre lo que la empresa dice y lo que realmente hace, señala Gabriel Cecchini.

(Expansión) – Crecientemente existe un actor que desde adentro de las empresas está haciendo escuchar su voz y reclama acciones en dirección a temas sociales y medioambientales: es el “activismo” socio-medioambiental de los empleados.

Más allá de los clásicos problemas por los cuales los empleados se movilizan y reclaman como salarios derechos laborales y de libre asociación, de salud y seguridad, se suma ahora este espectro de temas de sustentabilidad estratégica.

A través de cartas abiertas, marchas, protestas y la activación de campañas en redes y plataformas sociales, empleados de diversas empresas globales han comenzado a reclamar a sus organizaciones y a sus líderes que se ocupen de determinados temas que, en su opinión, no están siendo gestionados de manera apropiada o bien directamente están teniendo un impacto negativo en el medioambiente, las comunidades y la sociedad más general donde estas empresas llevan adelante sus actividades.

Este fenómeno se ha visibilizado con mayor contundencia y, a la vez, visibilidad en el sector tecnológico. Todos recordamos las consecuencias a partir de la denuncia realizada en su blog por la ingeniera de software Susan Fowler, quien en febrero de 2017 escribió una descripción del calvario que le tocó vivir en Uber a través de distintos problemas de discriminación y acoso sexual a los cuales ella y otros colegas, especialmente mujeres, se vieron expuestas, y que se considera como uno de los factores decisivos que dieron fuerza al movimiento #MeToo.

Asimismo, durante 2018 y en el contexto de la separación de padres de hijos por parte de autoridades de Estados Unidos en la frontera con México, empleados de Microsoft le escribieron una carta pública a su CEO Satya Nadella exigiendo que la empresa cancelara grandes contratos que la firma tenía con ICE, la agencia de enforcement de inmigración del gobierno estadounidense; Microsoft accedió a revisar y cancelar algunos de estos contratos.

También Salesforce enfrentó similares demandas. A partir de esta situación, un grupo de empleados del sector decidió lanzar la campaña con el hashtag #TechWontBuildIt (“el sector tecnológico no lo construirá”) donde se pueden seguir hasta el día de hoy vía redes sociales las quejas y reclamos que empleados del sector realizan contra acciones de empresas del sector que consideran negativas, incluso denuncias en semanas pasadas realizadas contra la empresa Palantir, también por su trabajo con ICE.

Más recientemente, a comienzos de abril, Google se vio forzada a dar de baja en cuestión de días la creación de un Consejo Asesor de Ética en Inteligencia Artificial a raíz de la polémica inclusión como miembro en dicho organismo de una influyente figura conservadora de Estados Unidos, la cual había tenido posturas contrarias a la extensión de derechos a minorías sexuales y cuestionado la importancia del cambio climático.

Y, de manera innovadora, en su carácter de accionistas de la empresa, empleados de Amazon presentaron una resolución de accionistas que fue considerada en la Asamblea General de este año donde le piden al Consejo de Administración que divulgue de manera pública cómo considera reducir su dependencia de combustibles fósiles a la vez que gestionar los riesgos relacionados con el cambio climático.

Las generaciones más jóvenes de empleados (“millennials” y “centennials”) que ya están o se están incorporando en el mercado de trabajo - y que conforman una parte mayoritaria de los empleados que han participado en las protestas arriba descriptas - consideran importante trabajar para empresas que integren en sus modelos de negocio una mirada a largo plazo de temas de sustentabilidad estratégica que cubra el conjunto de aspectos materiales “ASG”, es decir riesgos y oportunidades medioambientales, sociales y de gobierno corporativo.

Ellos no ven estos temas como disociados de la sustentabilidad del negocio sino como parte misma de la supervivencia del mismo y de las comunidades dentro las cuales operan sus organizaciones. Si tenemos que imaginar a estos jóvenes empleados y sus intereses quizás Greta Thunberg, la joven activista sueca nacida 2003 que con sus acciones y discursos ha sido en parte responsable de huelgas estudiantes en pos de la lucha contra el cambio climático en escuelas de todo el mundo, pueda ser una buena visualización de los que las empresas deban esperar.

Las empresas y sus líderes tendrán entonces que estar preparados para saber hacer frente a estas nuevas demandas que empiezan a recibir por parte de nuevas generaciones de empleados en un espectro de temas que son novedosos y, a la vez, urgentes.

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Cuán rápida y eficientemente respondan a estas demandas determinará de qué manera podrán gestionar su propio riesgo reputacional corporativo, así como también estar en mejores condiciones competitivas de atraer y mantener al mejor talento.

Los empleados pueden mejor que nadie desde adentro poner al descubierto – y, al instante, vía redes sociales - hipocresías o contradicciones entre lo que la empresa dice y lo que realmente hace y sus protestas pueden impactar en la performance financiera de las mismas a través de bajas de sus cotizaciones en la bolsa, renuncias de ejecutivos, atrasos en planes de negocio, etc.

En este sentido, las organizaciones más innovadoras serán aquellas capaces de adelantarse a las demandas de sus colaboradores, haciendo suyas sus agendas, incluso a través del “activismo” social y medioambiental de sus propios CEOs.

Después de todo, estos mismos empleados “activistas” tienen una agenda común de preocupaciones con los que son (y serán) también los nuevos consumidores, accionistas y ciudadanos que estarán eligiendo y evaluando a dichas empresas. Exactamente las mismas preocupaciones de Greta Thunberg.

Nota del editor: Gabriel Cecchini es consultor en Gobierno Corporativo, Integridad & ESG. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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