(Expansión) – Aunque es muy respetable su decisión, mal por la renuncia de Carlos Urzúa. Ningún trabajo es ni remotamente cercano al ideal al que podría haber aspirado el funcionario dimitente. Siempre habrá grandes y casi insalvables discrepancias entre funcionarios, imposiciones sobre las decisiones de los altos mandos y nepotismo. Finalmente, así es el sector público mexicano y no cambiará en un sexenio, y menos en siete meses.
La primera lectura que se puede hacer de la renuncia de Carlos Urzua a escasos siete meses de gobierno es que este funcionario en realidad no tenía gran influencia ni poder de decisión en el gobierno actual. Se notaba, incluso en sus tuits y discursos.