Algunos funcionarios ya habían anunciado las intenciones del Gobierno de México de revisar las metas climáticas nacionales y la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) al Acuerdo de París, para presentar, en 2020 una aportación fortalecida ante la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas. Y ya se han dado algunas señales respecto a lo que se entiende por dicho fortalecimiento, al mencionarse la posibilidad de incluir a otros sectores o políticas (por ejemplo todo lo relativo a la eficiencia energética), entre otras.
Lo que no ha quedado aún claro es si se revisarán al alza las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) vigentes y, de ser el caso, en cuánto y qué esfuerzos se harán para asegurar la implementación efectiva de las acciones comprometidas.
Opinión: Combatir el cambio climático podría ser más fácil de lo que pensamos
En el camino hacia el logro del Acuerdo de París , México fue el primer país en desarrollo en presentar su NDC, con la que se comprometió a una meta no condicionada de 22% de reducción de emisiones para 2030, respecto a la línea base tendencial, y una meta condicionada de 36%.
Si bien no todas las condiciones exigidas por México para cumplir con sus metas climáticas se han dado, como la falta de un precio internacional al carbono, para el país hace sentido ir por la meta más alta, e incluso establecer una aún más ambiciosa que nos acerque al objetivo aspiracional de largo plazo de 50% de reducción de emisiones en términos absolutos para 2050, respecto a las del año 2000. Eso sería lo apropiado, pero también sería la estrategia más racional, tanto económica como socialmente, independientemente de los beneficios ambientales.