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Trump se encamina a su propio juicio político

La presidencia de Trump ha perdido el rumbo, y juega con un fuego de racismo, nativismo y una división social que no solo es peligrosa, sino mortal, opina Julian Zelizer.
mar 13 agosto 2019 12:24 PM

(CNN) — El sábado, el presidente de Estados Unidos retuiteó un tuit conspirativo de un comediante que daba a entender que los esposos Clinton pudieran haber estado involucrados en el suicidio del empresario Jeffrey Epstein. Así es, el presidente Donald Trump insinuó que el expresidente Bill Clinton estuvo involucrado en un asesinato.

Resulta que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, podría haber estado en lo cierto cuando declaró, hace varios meses, que Trump “casi se autoimpugnaba”. Este agosto, parece que Trump se encamina a su propio juicio político.

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A pesar del constante escepticismo de los líderes demócratas, el impulso hacia el juicio político se ha acelerado. Más del 50% de los demócratas de la Cámara, entre ellos algunos legisladores de distritos moderados oscilantes, han expresado su apoyo a los trámites para un juicio político.

Incluso el presidente de la Comisión Jurídica de la Cámara de Representantes, Jerry Nadler, la conciencia moral emergente del partido, dijo que apoya una investigación de juicio político y sostuvo que los trámites formales de juicio político ya están en marcha.

Nadler le dijo a Erin Burnett de CNN: “Este es un trámite formal de juicio político. Recabamos e investigamos todas las pruebas. Y cuando esto acabe, esperamos para de fin de año votaremos para enviar los artículos de juicio político al pleno de la Cámara. O no lo haremos. Esa es una decisión que tendremos que tomar. Pero ese es exactamente el proceso en el cual estamos en este momento”.

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Nadler ha hecho más que cualquier otro demócrata de alto rango en sentido de la palabra “yo” y presentar el caso al público para llevar adelante las audiencias, el trabajo de los líderes de la oposición en estos momentos trascendentales.

No queda claro si el testimonio de Robert Mueller ante la Cámara haya sido el motivo por el cual el proceso de juicio político se aceleró. Si bien la esencia de la presentación de Mueller fue demoledora, de la misma manera que el informe escrito, el propio Trump ha sido el motor para impulsar a los demócratas a que adopten una actitud firme.

Trump ha hecho más que nadie para mantener el ímpetu político necesario y así evitar que los demócratas abandonen la opción de un juicio político. Si bien el concepto de autoimpugnación es absurdo, también es cierto que las propias acciones indignantes de Trump obligaron a los demócratas a seguir pensando sobre los tipos de medidas drásticas que podrían ser necesarias para contener esta presidencia desbocada.

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La aceptación continua de Trump de la retórica supremacista blanca, si no la política, sigue perturbando a muchos en el país. Comenzó con su tuit en el que les decía a las cuatro jóvenes legisladoras demócratas, que figuran entre sus principales detractores, que “regresen y ayuden a reparar los lugares totalmente quebrados e infestados de delitos de donde vinieron”, y continuó con su explosión sobrecargada de racismo en Twitter contra el representante de Baltimore, y Maryland Elijah Cummings.

Luego ocurrió el horrible tiroteo en El Paso, donde el enloquecido asesino supuestamente usó la misma palabra, “invasión”, utilizada por el mandatario para describir a los inmigrantes en un manifiesto preparado antes de asesinar a mexicanos inocentes en un Walmart.

OPINIÓN: Invasión, ¿eso somos?

La respuesta posterior del presidente en El Paso –levantando un pulgar en señal de visto bueno al lado de un bebé que quedó huérfano en el tiroteo en una pose fotográfica preparada– solamente empeoró las cosas.

En otras palabras, el motivo por el cual el juicio político está sobre la mesa no tiene tanto que ver con el informe de Mueller, sino con el comportamiento del propio presidente. De la misma manera que los ataques del presidente Andrew Johnson contra la Reconstrucción alimentaron la campaña de juicio político en su contra, el temario de extrema derecha del presidente alienta a los demócratas a considerar un voto a favor del juicio político, incluso si los republicanos del Senado inevitablemente impedirán su destitución.

Cuanto peor se comporte el presidente, y cuanto más claro y real sea el impacto en el mundo, más fácil será para los demócratas hacer constar y poder decir que la obstrucción de la justicia en una investigación formal es inaceptable. Pareciera que con base en el informe de Mueller, Trump intentó silenciar a los investigadores de la misma manera en que el presidente Richard Nixon nunca imaginó, ni hubiese pensado, posible.

Todavía estamos lejos de ese tipo de votación. Los temores que tiene Pelosi sobre las repercusiones del proceso de destitución en distritos moderados son muy reales y no han desaparecido. Hasta que ella no tenga el apoyo del Grupo de Legisladores Demócratas del Congreso, es posible que se resista a brindarle todo su apoyo.

Sin embargo, Trump la pone difícil decir que no. Su presidencia ha perdido el rumbo, y juega con un fuego de racismo, nativismo y una división social que no solo es peligrosa, sino mortal. Su retórica se vuelve cada vez más incendiaria a medida que el tema de elecciones se intensifica. Su retuit sobre el matrimonio Clinton nos lleva a un nuevo territorio “sin precedentes” sobre cuán lejos llegará.

A lo largo de su gestión en el cargo, Trump ha sido su peor enemigo. Cualquier otro presidente en ejercicio con relativa paz en el extranjero, una buena economía y un partido unido estaría en una situación perfecta para ser reelegido. Sin embargo, él cada día muestra a la nación los riesgos innumerables de haberle dado el poder. Hay una razón por la cual sus índices de aprobación han permanecido tradicionalmente bajos y por la que nunca ha podido obtener el apoyo de la mayoría.

Trump no mejorará, solo empeorará. Aquellos que esperan un “punto de inflexión” hacia el orden simplemente no prestan atención. Cuanto más acalorada sea la campaña 2020, él será más agresivo. Cada uno de los elementos de su arsenal discursivo –abrazar el nativismo, exigir investigaciones y difundir teorías de conspiración, ignorar la ley y el orden y las difamaciones– seguirán siendo el centro de atención.

Con cada golpe a los que se le oponen, Trump seguirá dando a los demócratas motivos para emprender medidas drásticas para, como mínimo, seguir adelante sobre porqué este tipo de uso del poder presidencial es inaceptable.

Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton. Es coautor, con Kevin Kruse, del nuevo libro “Fault Lines: A History of the United States Since 1974”. Síguelo en Twitter en @julianzelizer . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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