Algunos bolivianos empezaron a verlo con recelo cuando construyó un deslumbrante palacio presidencial de 29 pisos en la capital empobrecida del país, y luego un museo multimillonario en su honra.
Después de 10 años en el cargo, muchos se preguntaban si su presidente accedería a dejar el poder. Habían visto la destrucción de la democracia en Venezuela y Nicaragua. La supermayoría del MAS en el Congreso, sometida al presidente, empezó a tratar de permitirle tener otro periodo. Un legislador aymara protestó intensamente, poniéndose una corona de cartón en la Asamblea Nacional y haciendo campaña con el lema sarcástico: “Quiero ser el rey”.
Morales, que insiste que es un hombre del pueblo, decidió someter la pregunta al electorado, seguro de que lo apoyarían. Pero en un referéndum de 2016, el “No” a un cuarto periodo ganó por estrecho margen.
Así fue el largo viaje de Evo Morales hacia México | #Clip 🎬
Pero el presidente se rehusó a aceptar la negativa. Apeló ante el Tribunal Constitucional, también considerado a favor del presidente, el cual ofreció un argumento novedoso que podía potencialmente mantener a Morales en el poder para siempre. Falló que los límites al cargo eran una violación a los derechos humanos.
Pero Morales aún tenía que ganar las elecciones. Según las reglas, si no ganaba con una mayoría absoluta -necesitaba 10% más votos que su contrincante- tendría que haber una segunda vuelta. Después de cerrar las urnas el mes pasado, Morales estaba ganando, pero no con los votos suficientes como para evitar una segunda vuelta, en la cual probablemente perdería.