En cuanto a Ortega, a inicio del año, señalé que “el hombre que luchó con todas sus fuerzas para derrocar a un tirano que representaba la última fase de la dinastía tiránica que había nacido en 1937 bajo el apellido Somoza, puede que hoy se haya convertido precisamente en una remembranza de ese mismo dictador contra el cual peleó en todos los terrenos hace varias décadas”. Este es el mismo peligro que representaba la cuarta elección de Evo Morales, un giro hacia el autoritarismo.
Evo, con su populismo ya característico, malinterpreta la definición que Abraham Lincoln hace de la democracia en su discurso de Gettysburg cuando dice que “es gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Evo ignora que a Lincoln probablemente se le olvidó añadir una cuarta preposición (“con”) que su famosa frase termine con un “con el pueblo”, pues yo entiendo que el “con” debe ser tan importante como el “del, el “por” y el “para”. Evo ha creado su propio concepto de pueblo y este concepto es él mismo: Evo es pueblo.
OPINIÓN: El asilado incómodo llega a México
En muy escasas ocasiones hemos visto presidentes que han surgido de un golpe de Estado y se han convertido en democráticos. Estos son la excepción. Tanto la experiencia como la práctica nos enseñan que la regla es que presidentes que llegan a través de elecciones terminan adictos al poder, al punto que necesitan recurrir a la represión, a la censura y al fraude para mantenerse. Cuando no sabes para qué quieres el poder, el poder termina siendo tu amo y tu su propia marioneta. Por tanto, no sabes cuándo parar.
Lo anterior, muy bien lo explica Robert Greene en su famosa obra Las 48 Leyes del Poder, en la número 47 precisamente:
“No vaya más allá de su objetivo original; al triunfar, aprenda cuándo detenerse… En el fragor de la victoria, la arrogancia y un exceso de confianza en sus fuerzas pueden llegar a impulsarlo mas allá de la meta que se había propuesto en un principio, y al ir demasiado lejos serán más los enemigos que se creará que los que logre convencer. No permita que el éxito se le suba a la cabeza. No hay nada como la estrategia y la planificación cuidadosa. Fíjese un objetivo y cuando lo alcance, deténgase”.