En el ejercicio de la decisión de política monetaria, Banxico está sancionando el proyecto político, yéndose muy despacio en relajar la postura monetaria, cuando los elementos de análisis más relevantes marcan la holgura requerida para hacerlo.
Dicha sanción conlleva un costo de oportunidad para la economía. Menos dinero equivale a menos inversión.
El mandato doble no es político, es economía
Es por esta, y por otras razones técnicas, que el banco central debe irremediablemente transitar hacia el mandato doble. Es decir, procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, y vigilar que la política monetaria no impacte adversamente, y en su caso, que sea corresponsable en el ciclo de crecimiento de la economía mexicana.
El análisis económico bajo un mandato doble tiene otra óptica, que evidentemente, es más retadora para los miembros más conservadores. Un beneficio es que aislaría, al menos por este sexenio, al componente ideológico.
Por ejemplo, con un mandato doble es muy probable que, desde la junta de septiembre, todos hubieran votado por una reducción de la tasa objetivo en 50 puntos base, no de 25 puntos.
A fin de mejorar la calidad en el análisis que da pie a la decisión monetaria, es fundamental que los miembros den su veredicto, comunicando qué factores y variables pesan más en su decisión, y lo hagan con parámetros cuantitativos.
Las minutas solo nos dan un discurso de opinión donde se habla someramente del “balance de riesgos”, pero no indican qué peso tiene cada uno de estos riesgos.
Finalmente, Banxico es una institución autónoma del gobierno, pero no del interés público. Además, es interdependiente de todos los agentes económicos, incluyendo al gobierno.
Acaso ¿no es normal pedirle a una institución pública que mejore?
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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