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¿Por qué fortalecer la colaboración en educación, investigación e innovación?

México requiere detonar un proceso en generación de tecnologías propias que no están desarrolladas y requieren del potencial de universidades y centros de investigación, dice Juan Alberto González.
lun 13 enero 2020 09:54 AM
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México requiere promover una mayor vinculación en temas de formación de capital humano de innovación y tecnología, con la participación activa de gobiernos estatales, cámaras, asociaciones empresariales y empresas, dice Juan Alberto González Piñón.

(Expansión) - Según el Índice Global de Competitividad 2019, México ocupó la posición 49 de 141 países evaluados, tres lugares por debajo del lugar 46 que ocupó en el 2018; en capacidades para la innovación, se ubicó en la posición 52, dos lugares debajo del 50 que ocupó en 2018. Razón suficiente para que de manera urgente las empresas, impulsadas con políticas públicas adecuadas en la materia, estén en condiciones de diseñar y desarrollar productos y procesos de vanguardia para mantener una ventaja competitiva y avanzar hacia actividades aún más valiosas.

La colaboración para el desarrollo tecnológico y la innovación facilita una mayor articulación de las cadenas productivas a partir de las fortalezas de cada sector industrial y permite enfrentar con más fuerza los retos del país, como lo será el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) .

De acuerdo con lo señalado por Linsu Kim, la capacidad tecnológica hace referencia a la aptitud de hacer un uso eficaz del conocimiento tecnológico en la producción, la ingeniería y la innovación, con el fin de mantener la competitividad, tal capacidad permite a las empresas asimilar, emplear, adaptar y modificar las tecnologías existentes. Asimismo, le permite crear nuevas tecnologías y desarrollar nuevos productos y métodos de fabricación que respondan al cambiante entorno social y económico.

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El aprendizaje tecnológico es el proceso de fortalecimiento y acumulación de las capacidades tecnológicas. Tanto los gobiernos, las universidades y las empresas deben preocuparse por el fortalecimiento de las capacidades para poder incrementar la competitividad.

Ante este panorama los principales retos y oportunidades pueden ser:

1.- Promover un intercambio académico de estudiantes basado en las necesidades de la industria en las dinámicas productivas y en la aparición de nuevas tecnologías, así como en su inserción en la planta productiva, e identificar áreas de negocios con potencial de crecimiento a través del capital humano capacitado.

2.- Promover una mayor vinculación en temas de formación de capital humano de alto nivel, innovación, tecnología, servicios; y promover la participación activa de gobiernos estatales, cámaras, asociaciones empresariales y empresas que permita identificar proyectos de alto impacto y con enfoque local en cada región del país.

3.- Analizar los sectores estratégicos, así como las vocaciones productivas regionales para identificar áreas de oportunidad y coyunturas en cadenas de valor regional/industrial.

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México requiere incrementar el porcentaje de integración nacional en las inversiones extranjeras relacionadas con sectores de alto impacto como lo pueden ser, en las actividades relacionadas con la disminución de emisiones de carbono, con el aprovechamiento de energías renovables, con la preservación, conservación/restauración de ecosistemas, con la nutrición (obesidad, diabetes), con todo lo relacionado con salud pública, seguridad agroalimentaria, infraestructura, biotecnología, inclusión y alfabetización digital, entre otras; se trata entonces de detonar un proceso acelerado en la generación de tecnologías propias que hoy no se encuentran desarrolladas y que requieren del potencial científico y tecnológico de las universidades y centros de investigación.

En ello se debe impulsar el involucramiento de las empresas trasnacionales que tienen subsidiarias en México con funciones de ingeniería avanzada y desarrollo tecnológico para que, a través de esquemas de colaboración, se fortalezca la vinculación entre las universidades, los centros de investigación y el sector productivo, sobre todo hacia el desarrollo de la cadena de proveeduría nacional y así se asegure el involucramiento y el compromiso que requiere la innovación por parte del sector privado.

El cambio tecnológico se ha mostrado como un factor de enorme influencia en el crecimiento económico de las naciones; esto hace necesario que los gobiernos y las empresas fortalezcan las acciones y estrategias de investigación, invención, desarrollo e innovación

El desarrollo de innovaciones es crucial para mejorar en general la competitividad y lograr el crecimiento económico de las naciones en el largo plazo, para ello, uno de los ejes fundamentales es la formación de capital humano de alta calidad; aunque no solo en la formación se encuentra la respuesta, sino en su imprescindible vinculación con la industria del país; solo dos de cada 1,000 empleados (formales) labora en actividades relacionadas con la investigación científica y tecnológica, en contraste con Finlandia que reporta 32 de cada 1,000.

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En lo que respecta a la protección intelectual e industrial (factor que define en gran medida su utilidad social), para México solo se registran en promedio de dos patentes por cada millón de habitantes, mientras que en Finlandia se registran 274 patentes por cada millón de habitantes.

De aquí que las capacidades tecnológicas y de organización de un país deben de entenderse como el proceso mediante el cual se puede hacer un uso efectivo del conocimiento, lo cual no radica en el conocimiento que se posee, sino en el uso de dicho conocimiento y en la eficiencia de su aplicación en la producción, inversión y la innovación.

La generación de tecnología propia se relaciona fuertemente con la capacidad que tenga su sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) para impulsar el desarrollo y llevar los productos de la investigación al mercado, haciéndolos comercialmente viables. El reto es impulsar que la investigación que se hace en México corresponda con las necesidades productivas de las empresas, pero sobre todo orientadas a la solución de los principales problemas sociales.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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