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Hacer fluir una cultura emprendedora en una sociedad de vanguardia

La cultura emprendedora no necesariamente significa ser empresario: todo empresario es un emprendedor, mas no todo emprendedor necesariamente es empresario, opina Samuel González.
mar 14 enero 2020 12:14 PM
Financiamiento.
Una generación de emprendedores tiene el sello del pensamiento lateral basado en innovación, inspirada en la nueva economía y el capitalismo consciente, apunta Samuel González Guzmán.

(Expansión) – Una de las grandes características que diversos autores denominan como la “cuarta revolución industrial” son las formas de evolución en el comportamiento social y tecnológico, es decir, el modo tan drástico en que la manera de innovar y emprender ha cambiado por la incertidumbre de los entornos y el comportamiento de los mercados por el constante surgimientos de nuevos avances en ciencia y tecnología.

Históricamente la innovación sólo surgía tras años de investigación en laboratorios o centros de investigación y desarrollo ubicados en empresas multinacionales, corporativos o universidades. Hoy la innovación también surge del patio trasero de una casa, del departamento de una unidad habitacional o de dormitorios estudiantiles en alguna universidad.

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Esta nueva ola de invenciones se debe en gran medida a una generación de emprendedores que tienen el sello del pensamiento lateral basado en innovación, inspirados en la nueva economía y el capitalismo consciente, teniendo como ingrediente principal una sociedad dinámica, evolutiva e incierta; sin embargo, aún son pocos quienes deciden por este camino de vida y son menos los que logran tener éxito.

Cabe acotar que la cultura emprendedora no necesariamente significa ser empresario: todo empresario es un emprendedor, mas no todo emprendedor necesariamente es empresario.

Hacer fluir de manera constante la cultura emprendedora dentro de una sociedad de vanguardia y en cambio permanente resulta trascendental y vital para:

a) Generar emprendedores que vayan más allá de un modelo de negocio y sean capaces de mejorar el estilo de vida del mundo que les rodea.

b) Incrementar sus ingresos y, en consecuencia, lograr mejores condiciones de vida para ellos (sus familias) y el ecosistema interno o externo de su empresa.

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a) Mejorar la economía bajo las normas del emergente capitalismo consciente, donde el emprendedor sea capaz de generar riqueza al tiempo de cuidar o, incluso, mejorar el medioambiente, implementar prácticas de comercio justo e impactar positivamente en su entorno tanto social como familiar.

b) Transformar los valores y la cultura del medio donde se gestan los proyectos, particularmente para migrar de la dependencia a la proactividad y la responsabilidad.

c) Construir puentes de colaboración entre sectores (públicos y privados), naciones, empresas (multinacionales y emergentes), sociedad civil organizada y las instituciones educativas.

En la actualidad, la aportación de la cultura emprendedora al crecimiento y solidez de la economía resulta evidente como actividad social; sin embargo, aún es un tema abordado, hasta cierto punto, de modo lírico, improvisado y poco profesionalizado; algunas de estas razones son:

a) Es una actividad emergente, no es una ciencia.

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b) Lo cambiante del entorno socio/político en el que estamos todos inmersos.
c) Los avances de la ciencia y la tecnología.
d) La evolución de la manera en que trabajamos.
e) El crecimiento de la población y los cambios en los bonos demográficos.
e) La integración de nuevas generaciones a la fuerza laboral, de manera inclusiva y participativa.

Por ello la cultura emprendedora debe ser un valor para esta nueva década que inicia, no solo desde la academia o la política pública, sino desde diversas plataformas que incluyan los medios de comunicación y las plataformas digitales, la sociedad civil organizada, la familia y desde luego la empresa misma. El sector privado es el principal beneficiado de permear de manera eficiente y constante dicho valor.

La invitación entonces es a impulsar nuevos emprendedores en todos los ámbitos, en todos los sectores y en todas las generaciones, fortalecer el eco sistema de gestión y apoyo a emprendedores con organizaciones sólidas, profesionales y accesibles.

Si nos planteamos transformar a nuestro país en una economía desarrollada basta con lograr que el 1% de la población abandere la iniciativa con acciones y resultados, para que en el mediano y largo plazo logremos un México de primer mundo, ejemplo de transformación positiva para la comunidad internacional, pero sobre todo para construir una nación digna de las futuras generaciones.

Nota del editor: Samuel González Guzmán es Presidente Ejecutivo de Fundación Educación para Emprendedores AC. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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