Si consideramos que el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2020 (PEF) sólo contempla un incremento significativo en términos de inversión física para el sector energético, mientras que los otros rubros de inversión fueron castigados, entonces la expectativa de una recuperación por mayor gasto gubernamental es prácticamente inexistente.
El argumento anterior implica que todo recae sobre la inversión privada, por lo que, si bien el Acuerdo presenta una promesa o compromiso por parte de los privados, esto no es una obligación. Además, el problema de fondo de la caída en la inversión privada es más complicado, ya que no sólo se trata de soltar dinero, sino de establecer las condiciones que generen incentivos para invertir, particularmente el crear un entorno de confiabilidad.
Ahora bien, dado que la confianza es un elemento subjetivo, la manera en la que se le puede dar seguimiento es a través de encuestas. Desafortunadamente, las encuestas más recientes que buscan dar a conocer el sentimiento de los inversionistas presentan un panorama negativo. Un ejemplo es la última encuesta destinada a los inversionistas globales por parte de Bank of America (BoFA), la cual refleja que los inversionistas globales siguen percibiendo las decisiones del Gobierno mexicano como el principal riesgo al momento de invertir en México.
Estos resultados son congruentes con la encuesta publicada en febrero sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado que realiza el Banco de México, la cual refleja un recorte en las expectativas de crecimiento económico para 2020 de 1.1 a 1%.
Al respecto, la encuesta revela que los principales factores que podrían obstaculizar el crecimiento, en los próximos seis meses, son los problemas de inseguridad, la incertidumbre política interna y la incertidumbre sobre la situación económica interna.