México cuenta además con una banca de desarrollo con unos índices de capitalización que le permiten salir al quite en momentos como este. Es imperativo que Nafin ofrezca un programa de garantías para que las pequeñas y medianas empresas accedan a créditos blandos –es decir, con tasa lo más cercana a cero posible y con moratoria para los primeros meses– condicionados, obviamente, a que cumplan con algunos principios.
Por ejemplo, puede abrirse a las empresas no formalizadas ante Hacienda a cambio de que entren a la formalidad. Ante los ingresos ínfimos que registran el sector turístico, restaurantero, automotriz o comerciales no digitalizadas, estas líneas de crédito pueden suponer una vía de supervivencia.
Junto con un plan de apoyo fiscal y un proyecto de liquidez a familias y empresas es necesario revisar el listado de actividades esenciales para alinearlo al de los socios comerciales de México, Estados Unidos y Canadá, con el fin de que no se rompan las cadenas productivas, especialmente en el sector manufacturero. Esto es un punto de altísima relevancia a meses de que entre en vigor el TMEC y para no golpear a la economía por el lado de la oferta de manera innecesaria.
Finalmente, es importante que, ante la desinformación, el presidente dé un respaldo a la gestión técnica y oportuna de cara a los mercados que se está haciendo desde la Secretaría de Hacienda.
¿Cómo se paga?
El fortalecimiento del sector salud y las propuestas que se presentan para reactivar la economía de México no son muy diferentes a las que han hecho economías en desarrollo como la mexicana. No salen gratis y no son posibles manteniendo el superávit primario que propuso el gobierno en el Presupuesto.