El problema con el crédito es que es un negocio muy exclusivo y caro. El crédito en México es usurero, buscador de rentas, y, por si fuera poco, está disponible solo a pequeños segmentos. Pedirle crédito a la banca es un mal negocio para quien lo solicita.
Cuando los banqueros centrales de México repiten el mantra de que la política monetaria es limitada en su impacto sobre el crecimiento, no están mintiendo. Sin embargo, esto es debido a que la institución de la banca central y la del crédito están mal concebidas.
Por ello, al banco central debe dársele un mandato monetario dual y a la banca comercial deben modificársele sus incentivos para que la actividad del crédito y de expansión monetaria puedan funcionar no solo como negocio buscador de rentas, sino como un mecanismo de desarrollo. Una verdadera asignación de recursos.
No obstante, el mandato monetario dual de la banca central solo funcionaría si se reorientan los mecanismos del crédito de la banca mexicana. Es imprescindible hacer una reingeniería del sistema financiero mexicano de tal manera que podamos contar con un modelo de desarrollo que inyecte nuevos recursos a donde se necesitan.
Aquí está el meollo de la economía mexicana, no en los falsos sofismos sobre el intervencionismo del Estado. De hecho, dado el modelo económico mexicano de economía abierta y pequeña, mientras el Estado sea más pequeño, mejor.