El COVID-19 está generando la tormenta perfecta, empujándonos a muchos al límite de la cordura. Es nuestra responsabilidad como empresarios y emprendedores asegurarnos de que nuestros colegas y empleados tengan las herramientas para proteger su salud mental durante esta crisis.
La mayoría de los humanos estamos evolutivamente programados para ser gente social y activa que necesita la interacción y el tacto humano, buscamos rutinas y un sentido de propósito en la vida; por último, nos gusta la predictibilidad y sentirnos seguros. Sin estos elementos corremos un riesgo no menor de descarrilar nuestra salud mental.
Sin embargo, la crisis sanitaria y económica ha creado un mundo plagado de imprevisibilidad. Este virus silencioso nos está forzando a enfrentar la máxima incertidumbre: ¿Qué pasa si yo o un ser querido se muere? Esta inquietud se agrava con el bombardeo diario de historias de horror. (Como nota al costado: se ha demostrado que aunque uno no viva un evento traumático, el consumo excesivo de noticias sobre dicho evento puede generarle al lector o televidente el mismo grado de estrés postraumático que a la persona que sí lo vivió.)
La mayoría de nosotros también enfrentamos inseguridad económica, ya sea porque perdimos nuestro trabajo, porque se redujeron nuestros salarios o en caso de los emprendedores, por la baja generalizada en el consumo de nuestros productos o servicios. La rutina que solíamos tener ha sido afectada por el trabajo en casa, por tener que hacerle de maestr@ y niñer@ y por la falta de actividad social y recreativa.
La buena noticia es que hay medidas formales en informales que podemos implementar en casa y en nuestras empresas a fin de proteger la salud mental de nuestros colegas, empleados, familiares y propia. Al promover la salud mental se genera un circulo virtuoso donde los individuos, al estar más felices, estarán más motivados y serán más productivos. A continuación les comparto algunas medidas que se pueden tomar: