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Los 68 compromisos del Consejo Coordinador Empresarial

El libro de los compromisos del CCE es totalmente carente de ideas nuevas, frescas, modelos que atraigan, opina Xavier Ginebra Serrabou.
jue 14 mayo 2020 11:57 PM

(Expansión) – Tras leer, a petición de un amigo mío, la lista de 68 propuestas elaboradas por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) para hacer un comentario, me dieron ganas de pedirle a mi hija de seis años que hiciera un resumen de lo que allí había leído para ver si había por lo menos ideas de castillos encantados con los que argumentaba siempre Gilbert Chesterton. Pero no, proyecto fallido.

¿No es preocupante que después de reunir a los mejores economistas, empresarios y académicos del país resulte un documento tan pobre? Si la llamada cuarta transformación ya se ha caracterizado por su ausencia completa de ideas y ausencia de ejecución, este documento no pasó de repetir las “cantaletas” realizadas por organismos empresariales, los economistas de gran calado con que puede contar la IP, gobiernos de los estados y de think tanks de tendencia liberal. Decía Alejandro Llano una vez “pensamos” y eso es lo importante para salir de cualquier crisis. Y esta es mi réplica ¿auténticamente pensamos?

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Otro libro que he leído en estos días en Amazon menciona que la gran esperanza de esta crisis que se avecina es que nuestro músculo de materia gris no haya desaparecido. Sin inteligencia, no saldremos de ésta. El subdesarrollo es mental, y el libro de los 68 compromisos del CCE es totalmente carente de ideas nuevas, frescas, modelos que atraigan, y se limitan a lo que ya muchos están haciendo: apoyo con créditos a pymes y un salario mínimo de subsistencia.

¿Toda esta pléyade de gente poderosa no ha pensado en las políticas públicas que se pueden crear sin tanto costo a favor de las pymes? ¿De innovadores esquemas de sustitución de obligaciones, por parte del gobierno, en lugar de créditos bancarios –que arrastrarán hacia la caída en deudas a las empresas…?

¿Del fomento del apoyo de la economía social y solidaria; del fomento de tecnologías intermedias y de las exportaciones; de la reconversión de sectores industriales; de avanzar hacia el Sur –Latinoamérica, nuestro natural mercado-, en lugar de “vender nuestra alma al diablo” –como ya profetizó Daniel Cossío Villegas en Las crisis de México-, de modernizar nuestro sistema de enseñanza universitaria?

OPINIÓN: La enfermedad del ‘austericidio’ para enfrentar la crisis

¿De promover el capital social; de nuevos parámetros de mejora regulatoria; del potencial de crecimiento en el empleo a través de la economía rural; de la descentralización de facultades a los municipios para lograr un desarrollo local; de la búsqueda de la evolución hacia una economía circular; del fomento para la creación del proyecto del Istmo –para competir con Panamá-, único proyecto de infraestructura con pies y cabeza, que detonaría en verdad el sureste?

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¿Desarrollar la economía popular, como parte de la teología del Pueblo del Papa Francisco; de la nueva relación, también económica, con la tierra y modelos de desarrollo sustentables y alternativos? ¿Crear asociaciones público-privadas para el fomento económico de los municipios y las comunidades? ¿Tanto dio el cerebro de innumerables empresarios, economistas y académicos para pensar la nada? Siguiendo al autor citado, si en la crisis ya nos quitaron la facultad de pensar, ¿ahora sí nos encontramos ante una auténtica catástrofe? Prefiero pensar que ese documento contuvo las propuestas que sostuvo, para no causar el enojo del Tigre de Palacio Nacional.

Nota del editor: Xavier Ginebra Serrabou es Máster y Doctor en Derecho económico, Profesor Investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad De la Salle Bajío y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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