De igual manera razonó Agustín Carstens en 2008, “logrando el ´´éxito” de la caída de la economía en 6 puntos del PIB. Con el ascenso al poder de Lázaro Cárdenas, se abrió la puerta del gasto público y México tuvo cuatro años de un considerable crecimiento económico.
¿Por qué esa obsesión por el superávit fiscal como mejor remedio para salir de una crisis? En Alemania la razón obedece al recuerdo de los miles por ciento de inflación de los años 20, que cerraron la emisión de billetes, consiguiendo que la crisis europea ampliara su duración hasta, al menos 2014, y que la deuda pública de los países a los que se les exigió el austericidio tuvieran que soportar, junto a la depresión económica, incrementos de la deuda de las cifras manejables con las que venían del 30% a cantidades superiores al 100% (España) o 170% (Grecia), que aunado a la suma de las tasas de interés, no tuvieron otro efecto que aumentar el costo de los intereses a costa de reducir drásticamente los servicios públicos, acompañado de rescates de billones de dólares para la banca europea, a los que “el austericidio” por formar parte de una clase “celestial” no se les aplicaba.
Es verdad que México tuvo una década perdida por los endeudamientos excesivos de Echeverría y López Portillo, que se tardó 10 años en renegociar. Si un país se endeuda, debe tener la forma de pagarla. En esta línea está la propuesta de Santiago Levy de contraer deuda en los mercados internacionales por una cantidad cercana al 2.5%, financiable con una reforma fiscal cuando la economía se recupere.
Pero no olvidemos que “tiempos distintos” exigen soluciones distintas. Nos encontramos en un momento muy similar al de la Gran Depresión, donde el sector privado se encontrará “amputado” de sus armas para volver al crecimiento económico; sólo una política agresiva de gasto público podría impedir que esta recesión (que si el gobierno interviene durara solo un año) se convierta en depresión. Y todas las señales, incluyendo la de los gobiernos de los estados –donde la austeridad es dogma, quizá peor que en materia federal- parece que nos llevan hacia el precipicio al que desemboca el “austericidio”, en un momento de detención de la economía mundial (algunos la han llamado una “economía de guerra”).