El nuevo acuerdo incorpora capítulos en temas laborales, anticorrupción, medio ambiente, un apartado indígena; y añade rubros como el comercio electrónico, servicios transfronterizos, entre otros. Además, destaca la imposición de una restricción altamente controvertida: el capítulo 32 limita la posibilidad de entablar acuerdos comerciales con “economías de no mercado”, un punto ácido de autoría trumpista en clara alusión a la contención geopolítica de China.
En su conjunto, todo lo anterior formará parte de la nueva coreografía que guiará las relaciones trilaterales por lo menos hasta los próximos 16 años, pese a que el T-MEC será sometido a revisión cada seis.
Bajo la tutela del “comercio justo”, México acredita ganancias y pérdidas con el nuevo tratado. Se mantiene un capítulo relativo a la solución de controversias, el giro superavitario del sector agropecuario (siempre y cuando no se impongan ventanas de estacionalidad); aunque nuestro sector estrella, el automotriz, requerirá comprobar un valor de contenido regional más estricto del 66%, siendo objeto de incremento al 75% en el transcurso de tres años. Además, debe comprobar que ejecuta el 70% de las compras de aluminio y acero en la región de América del Norte y que fabrica autos en zonas de más altos salarios.
Al respecto, destaca la presión del Partido Demócrata plasmada en el protocolo modificatorio del tratado de asegurar el cumplimiento total de la reforma laboral en México, en aras de fortalecer los derechos de los trabajadores, dignificar condiciones de trabajo y eliminar el trabajo forzoso e infantil. En ese sentido, el T-MEC abre la opción de convocar a paneles laborales para resolver controversias y la creación de comités de vigilancia laboral al interior del Capitolio.
OPINIÓN: El T-MEC es una oportunidad que México no debe desaprovechar
Tengamos cuidado con este tema porque ya se enfilan denuncias laborales en contra de México, que bien pueden capitalizarse políticamente en el rally electoral. Asimismo, no desdeñemos las obligaciones mexicanas en cuanto a democracia sindical, un punto flaco de nuestro quehacer público.
Recordemos que el TLCAN multiplicó por 6.5 veces el comercio mexicano, incrementó los flujos de inversión extranjera y las cadenas de valor globales. Empero, poco contribuyó en la generación de empleos bien remunerados y falló a la hora de nivelar las asimetrías de desarrollo entre los tres países, así como aminorar las inequidades rampantes entre el Norte y Sur mexicanos. Incluso, no alentó la caída de la inmigración hacia Estados Unidos, pues los desplazamientos alcanzaron un punto máximo en 2007.