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Agenda verde: por una visión de desarrollo sostenible

En los últimos años se han obtenido valiosas lecciones que nos permitirán trazar estrategias con el propósito de crear una nueva era de desarrollo sostenible, opina Guillermo Fournier.
sáb 18 julio 2020 07:00 AM

(Expansión) – Las sociedades evolucionan. Cada generación lidia con temas específicos y fija sus prioridades; el contexto histórico marca la agenda con base en las circunstancias apremiantes. Los que décadas atrás eran temas de discusión pública, han sido superados en la época actual. Ejemplo de ello es el voto femenino que no fue implementado sino hasta 1953 en México tras una larga lucha impulsada por las mujeres; a la luz del siglo XXI nos parece inconcebible tal restricción que va en contra de todo fundamento democrático.

En tanto, existen temas que hoy percibimos como centrales por su trascendencia y sin embargo apenas eran mencionados por generaciones anteriores, ya sea por falta de conocimiento puntual, o bien, por falta de sensibilidad al respecto. Quizá la muestra más contundente de esta realidad es el caso de la crisis medioambiental que padecemos y cuyas consecuencias comienzan a ser tangibles.

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Verdaderamente se trata de un asunto crítico, pues no se exagera al afirmar que la catástrofe ecológica producida por la actividad humana amenaza la viabilidad de supervivencia de nuestra especie sobre el planeta. Hay una paradoja interesante: mientras que las personas solemos ser conscientes de la fragilidad de la vida propia, puesto que esta puede interrumpirse abruptamente como consecuencia de una enfermedad o un accidente letal, por lo general, no guardamos conciencia respecto de la vulnerabilidad misma del género humano, como si la humanidad fuese exenta del peligro de extinción. Nos comportamos como si los recursos de los cuales disponemos fuesen ilimitados, cuando evidentemente, no lo son.

En las últimas décadas, se ha visto una tendencia por interponer el interés económico de la producción sin tomar en cuenta el interés colectivo del cuidado ambiental. En un afán por alcanzar el desarrollo y el crecimiento, nos hemos apartado del sentido común nublados por la ambición; corremos el riesgo de pagar una factura demasiado elevada. Diversos expertos y grupos de la comunidad científica afirman que, de no actuar pronto para revertir la situación del deterioro medioambiental, las consecuencias serán brutales hacia el final del siglo.

Aunque el panorama luzca estremecedor, lo cierto es que en los últimos años se han obtenido valiosas lecciones que nos permitirán trazar estrategias con el propósito de crear una nueva era de desarrollo sostenible. Solo así seremos capaces de salvar al planeta del calentamiento global, la deforestación y la contaminación, mientras encontramos mejores formas para satisfacer las necesidades humanas, con miras a resolver asignaturas pendientes tan apremiantes como la pobreza y la desigualdad.

Por supuesto, los gobiernos de los distintos países tienen una responsabilidad impostergable por instaurar políticas públicas efectivas en este sentido. Aquí debemos subrayar que la clave reside en implementar un auténtico esfuerzo de cooperación internacional, ya que los estragos de la crisis ambiental no distinguen de fronteras ni nacionalidades.

No obstante, sería un error generar falsas expectativas; la simple creación de leyes y programas será insuficiente si no conseguimos establecer a la par una cultura de sostenibilidad de amplio impacto. Los problemas complejos requieren de soluciones integrales que involucren a todos los sectores de la sociedad.

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En este orden de ideas, el rol que asuman las empresas privadas resultará elemental para lograr el cometido de instaurar una agenda verde. La responsabilidad social empresarial forzosamente deberá incluir un enfoque de sostenibilidad, pues es un hecho innegable que prácticamente toda actividad productiva deja una huella ecológica, de tal forma que es un imperativo moral el diseñar mecanismos para compensar este impacto en el entorno ambiental.

Asimismo, la innovación será un gran activo para la optimización de los procesos, de modo que cada vez las industrias contaminen menos con el apoyo de energías limpias y se empleen responsablemente los recursos naturales.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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