Casi un tercio de la población mundial está ahora encerrada. Debido a que las personas no pueden abandonar sus hogares y la mayoría de los planes de viaje se cancelan o posponen, la disminución significativa en el uso del transporte, incluidos los viajes regulares en automóvil, vuelos comerciales, cruceros y autobuses, le está dando al planeta un respiro muy necesario.
Estas medidas han sido drásticas y gracias a ellas hemos podido retrasar el esparcimiento del virus. Estas acciones de los gobiernos para mitigar al virus tiene beneficios ambientales, pero a largo plazo esta no es una política sostenible. La caída de las emisiones de carbono vinculadas a COVID-19 no detendrá el cambio climático ya que solo representa un 17% de las emisiones dentro de las ciudades, para todos los países que deciden tomar su propio camino en función de intereses a corto plazo, en lugar de llegar a un entendimiento común.
Cuando se reduce el uso de energía y la producción industrial tiene estos beneficios ecológicos, pero lo más importante para observar es que esto está sucediendo de una manera caótica y no planificada lo que está dañando la vida de las personas. Nunca defenderemos tal cosa.
Necesitamos un enfoque planificado para reducir la actividad industrial innecesaria que no tiene conexión con el bienestar humano y que beneficia desproporcionadamente a las personas ya ricas en comparación con las personas comunes. Hay formas mucho más equitativas, justas y cuidadosamente planificadas para abordar este tipo de problema.
Ya que es un breve instante que solo durará poco ya que a nivel global sólo han disminuido muy poco las emisiones —entre 5.5 y 5.7% en los niveles de dióxido de carbono— debido a la pandemia, en cuanto la economía mundial comience a recuperarse del coronavirus, se espera que las emisiones vuelvan a la normalidad. Incluso podría haber un aumento en las emisiones CO2 a niveles récord una vez más porque algunas de las industrias se han detenido por completo y tendrán que recuperar el tiempo perdido.
Aunque hemos entrado en una etapa de coma, las emisiones permanecen en la atmósfera y los océanos durante siglos. Esto significa que el mundo está en riesgo por el cambio climático continuo, independientemente de cualquier caída temporal de las emisiones debido a la epidemia de coronavirus.