Según expertos en la relación bilateral, a México le suele ir bien cuando un demócrata despacha en la Casa Blanca, pero la coyuntura mexicana y el estilo de gobierno de AMLO podrían provocar algunos matices en la narrativa de una eventual Presidencia en manos de Joe Biden.
Vamos por partes:
Las primeras acciones de Joe Biden se concentrarían en sacar la basura que dejara Donald Trump, hacer todo lo posible para que la economía estadounidense se recupere lo más pronto posible y que el COVID-19 no cobre más víctimas. De manera casi simultánea, se concentraría en reponer la imagen de Estados Unidos en el exterior y reencontrarse con organismos multilaterales. Los excesos de Trump serían sepultados, lo que significaría parar con las campañas de desprestigio en contra de la Organización Mundial de Comercio, el Pacto de París, la Organización Mundial de la Salud, entre otras esferas.
Por otro lado, la comentocracia sostiene que los demócratas suelen preocuparse más que los republicanos por problemas globales lo que consecuentemente es visto por otros países como una injerencia a su soberanía y aquí es donde esta historia tiene sus granos de sal.
La relación con México no sería miel sobre hojuelas.
Por un lado, la actitud peleonera de Donald Trump pasaría al expediente negro de la agenda bilateral, pero Joe Biden es fiel seguidor de aquel viejo adagio que dice que lo cortés no quita lo valiente. La cantaleta sobre la construcción del muro fronterizo dejaría de escucharse, es muy probable que se retome el programa DACA (que protege de la deportación a cerca de 700,000 jóvenes inmigrantes), pero la gran incógnita estaría en saber si Joe Biden pasaría a la historia como el presidente de Estados Unidos que rompió con la tradición de sus antecesores (Trump no es parte de ella) que prometieron una reforma migratoria pero que nunca la materializaron. Biden también la ha prometido.
Los escarceos vendrían por otro lado. La visita de AMLO a la Casa Blanca no alteró las vibras de Biden hacia México (algunos quotes de su discurso provocaron asombro y nada más), pero el candidato demócrata respaldó el T-MEC y, si vence a Trump el 3 de noviembre, recibirá la presión de sindicatos y empresas estadounidenses que soliciten acudir a paneles de controversia por presuntas violaciones laborales en México. Y para ello contará con un poderoso cuerpo de vigilancia.
Incluso, se prevé que las primeras denuncias sobre la materia se presenten al cierre de la actual administración de Trump o al arranque de la próxima. En este caso, el gobierno de AMLO tendrá que contener los embates de Estados Unidos ante casos -fundados o no- en contra de empresas que presuntamente violen la legislación laboral.